Corresponsales del diario español ABC lograron infiltrarse en el hospital de niños, J.M. de los Ríos ubicado en Caracas, a pesar de la extrema seguridad que rige en el lugar luego de la muerte de seis niños durante el mes de mayo.
Al centro de salud solo ingresan los pacientes con sus familiares, el personal médico y administrativo. El resto debe esperar afuera. Todo el acceso está “milimétricamente” controlado.
Refiere el reportaje que entre susurros, doctores y enfermeras comentan sobre la ayuda humanitaria que apenas llega al hospital, de los medicamentos que faltan y de lo que les han prometido que llegará.
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“Tienen miedo de que los escuchen, pero sienten impotencia por lo que sucede con los niños. Algunos de ellos han recibido amenazas por manifestarse contra las muertes de los pequeños pacientes”.
Con una economía en grave descenso durante dos décadas, un desabastecimiento de medicamentos que supera el 80% y un déficit de 90% en los hospitales, los pacientes crónicos no tienen más opción que pedir a Dios que los mantenga con vida.
Giovany Figuera, de 6 años; Robert Redondo, de 7 años; Yeidelberth Requena, de 8 años; y Erik Altuve, de 11 años, murieron en menos de un mes esperando un trasplante de médula ósea; los galenos aseguran que estas pérdidas pudieron evitarse y culpan al régimen venezolano por la indiferencia y la negligencia en los casos.
Cortesía ABC
No existe mucha diferencia entre el hospital de niños de 1940 y el actual; no hay laboratorios ni rayos X, no se pueden hacer tomografías, ni resonancias. La terapia intensiva está a punto de desaparecer. De once camas, solo dos están disponibles. El éxodo de profesionales de la salud también ha dejado heridas profundas. Solo cuentan con 90 de las 420 camas de hospitalización. De las nueve salas de quirófanos, operan apenas dos; mientras que de las catorce máquinas para diálisis, solo siete prestan servicio.
El área de infectología, reinaugurada en 2018, tiene filtraciones severas de aguas negras; en la que está colocado un letrero escrito a mano, pegado en la puerta del servicio de Rayos X, que informa que no está disponible.
La alimentación, factor de vital importancia para la recuperación de los pacientes, es deplorable; restringida a arroz o pasta.
“El centro pasó de ser un hospital con estructuras y especialidades de tipo cuatro, según la clasificación internacional, a un hospital tipo dos”, explica a ABC el doctor y exdirector del J.M. de los Ríos, Huníades Urbina
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