Por segundo año consecutivo, las protestas y quejas por el pernil (parte trasera del cerdo), que se entregó a medias o que nunca llegó, inundan nuevamente el ambiente venezolano, a dos semanas para la Nochebuena.
En medio de la hiperinflación que ronda el 1.300.000 % en un año, y con un salario mínimo que ha perdido 98 % de su valor, mantener las tradiciones navideñas se hace cuesta arriba; asegurar la cena navideña (hallaca, ensalada, pernil y pan de jamón) es casi una tarea imposible.
Ante esa situación, Nicolás Maduro prometió que distribuiría “más de 20.000 toneladas de pernil” mediante el sistema de bolsas CLAP y ferias de alimentos (mecanismos de control social al que solo tienen acceso solo una parte de la población).
Te recomendamos leer: Ganaderos de Venezuela denuncian expropiaciones de reses por parte de gobernadores de Maduro
Sin embargo, los jamones no terminan de aparecer, se quedan en los “caminos verdes” o se pierden entre mafias que se aprovechan de las necesidades de las zonas más pobres.
Algunas comunidades de entidades como Lara, Mérida, Miranda, Guayana, Trujillo, Amazonas protestaron por la ausencia del ansiado alimento; otras solo han recibido parte de lo acordado, que aseguran no alcanzan para todas las familias de determinado sector.
Los más humildes hacen largas colas en los puntos de distribución, que son reprimidas por la Guardia Nacional Bolivariana. En algunos casos, la espera desespera y todo termina en golpizas, insultos y gritos. En una localidad de la populosa Petare, en Carcas, una mujer le arrancó el dedo a otra por un pernil.
En los pasados comicios del 9 de diciembre, dirigentes y electores denunciaron que adeptos al oficialismo ofrecían pernil y un bono a cambio de votos a favor de los candidatos de gobierno.
En 2017, la historia fue similar.
Nicolás Maduro dijo que el hecho de que los perniles de cerdo que prometió para diciembre nunca llegaran a las mesas venezolanas se debió a un “sabotaje” de Portugal y de Colombia, y que este último país impidió el paso de la carne que finalmente se pudrió.
No obstante, la empresa portuguesa Raporal negó las acusaciones y acusó a Venezuela de deber 40 millones de euros a varias compañías por un pedido navidadeño del año 2016.
Por su parte, Colombia alegó que los pedidos no llegaron a Venezuela debido a que sus funcionarios no completaron los trámites ante la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN) para poder movilizar la mercancía.
Entre dimes y diretes, las navidades venezolanas del pasado año transcurrieron sin el anhelado plato. Aún se desconoce la versión oficial de lo ocurrido con el dinero destinado a la compra de esos alimentos.
Te interesaría: ONU incluyó por primera vez a Venezuela en su plan humanitario anual
Síguenos en ?