La “incomodidad” entre Estados Unidos y Rusia por el caso Venezuela se recrudece tras la llegada a Caracas de una comitiva de militares rusos la semana pasada y de materiales desconocidos.
John Bolton, el asesor de Seguridad Nacional del presidente Donald Trump, advirtió al Kremlin que la Casa Blanca considera estas “acciones provocativas como una amenaza directa”.
“Seguiremos considerando este tipo de acciones provocativas como una amenaza directa a la paz internacional y a la seguridad en la región”, señaló Bolton en un comunicado en el que aseguró, además, que EE.UU. defenderá y protegerá sus intereses en el continente americano.
Por todo ello, el asesor advirtió con “vehemencia” a cualquier “actor externo” en contra de desplegar “activos militares” en Venezuela o en cualquier otra zona del continente.
“La Administración condena el continuado uso por parte de (el presidente de Venezuela) Nicolás Maduro de personal militar extranjero en su intento aferrarse al poder”, agrega el comunicado.
En una entrevista a la BBC, Elliot Abrams, enviado especial de Washington para Venezuela, dijo que “los rusos pagarán un precio”.
Por su parte, Dmitry Peskov, portavoz del presidente Putin citado por la agencia Tass, dijo que EE.UU. tiene presencia en varias partes del mundo, “pero nadie les dice dónde deben estar o no”.
“Mi consejo para la gente en Venezuela que piensa que ‘todas las opciones’ es una broma o algo simbólico que no significa nada es que no pongan a prueba al presidente”, dijo Abrams en entrevista con la BBC.
Rusia es uno de los mayores aliados del presidente Maduro, a quien respalda de manera pública ante el desafío de Guaidó, cuyo gobierno interino es reconocido por más de 50 países como el único legítimo del país.
El Gobierno de Maduro suele referirse a Rusia, que le provee de armamento, tecnología y otros recursos, como un “aliado estratégico” de su política multilateral.