Entre la noche del 14 y la madrugada del 15 de abril de 1912 ocurrió una de las peores tragedias marítimas (sino es la más conocida) de todos los tiempos: el hundimiento del Titanic.
El transatlántico, considerado desde su construcción como ‘el insumergible’, terminó en el fondo del Océano Atlántico tras chocar contra un iceberg. 1.514 personas de las 2.223 personas que iban en el barco británico perdieron la vida en el siniestro.
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“Titanic hundido cuatro horas tras chocar iceberg; 866 rescatados por Carpathia, probablemente 1.250 muertos; Ismay a salvo, Astor quizá, famosos desaparecidos”, fue el titular de The New York Times para sintetizar la noticia en aquella época.
Pero el hundimiento del Titanic también esconde oscuros secretos que fueron reflejados sutilmente en la exitosa y galardonada película de James Cameron, que lleva el mismo nombre del barco.
Archivo EFE
¿Quién se salva?
Durante su viaje inaugural (y único viaje), el ‘insumergible’ barco llevaba solo botes salvavidas para 1.178 personas, es decir, para un poco más de la mitad de las personas que iban a bordo en el transtlántico cuando partió desde Southampton.
Los miembros de primera y segunda clase se convirtieron en ‘prioridad’ tras el choque contra el iceberg y las personas de escasos recursos que viajaban en el Titanic murieron por hipotermia o mutiladas.
Hachas para cortar a los náufragos
En su intento por evitar morir en las gélidas aguas del Atlántico, cientos de personas nadaron hasta los botes salvavidas que habían logrado partir antes del hundimiento y quisieron subirse a ellos. Los oficiales, conscientes de que el peso excesivo los podía hundir, utilizaron todas las armas que tenían disponibles para evitar que los náufragos se subieron a los botes.
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“En cuestión de minutos, el bote 12, que se encontraba a un cuarto de milla de distancia de la zona del hundimiento, se vio acosado por enloquecidos náufragos que intentaban trepar a la embarcación. Una persona llegó nadando hasta nuestro bote y le cortaron de un hachazo la mano, mientras que a otras hubo que matarlas a tiros”, expresaron las hermanas Durán en diálogo con el periodista Nacho Montero.
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Un cementerio en el mar
Días después de la tragedia, varios barcos fueron enviados a la zona de la tragedia con el objetivo de recuperar a las víctimas, no obstante, solo los cadáveres de primera y segunda clase fueron regresados a tierra y el resto fueron devueltos al mar.
“De los 306 recogidos por el Mackay-Bennet, 116 fueron devueltos a las aguas, en parte por la falta de suficiente líquido de embalsamar, que se reservó para los muertos de primera clase”, reseña el diario El País de España, en un especial sobre el barco.
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Luces fantasma
Cuando los botes salvavidas se encontraban en el agua, el capitán del Titanic, Edward Smith, les ordenó dirigirse hacia unas extrañas luces que se apreciaban en el horizonte. Sin embargo, mientras se acercaban a las luces, misteriosamente ‘desaparecieron’.
Años más tarde se conoció (de acuerdo a una reseña de Nacho Montero) que las luces correspondían a un ballenero finlandés que estaba transportando un cargamento ilegal de pieles de foca. Al ver las bengalas del Titanic, la tripulación creyó que los guardacostas estadounidenses los habían identificado.
Al no disponer de radio a bordo, los del ballenero no supieron que se trataba del Titanic, ni que estaban en medio de un naufragio, por lo que huyeron rápidamente del lugar.