Un grupo de científicos de la Universidad de Washington ha evidenciado con un estudio que las poblaciones de las ballenas jorobadas en el océano Atlántico Sur se viene recuperando luego de estar al borde de la extinción.
El estudio liderado por los investigadores de la Facultad de Ciencias Acuáticas y Pesqueras, Grant Adams, John Best y André Punt, pudo demostrar que la población de jorobadas del Atlántico Sur (Megaptera novaeangliae ) ha aumentado a un estimado de 25.000 ejemplares.
“Nos sorprendió saber que la población se estaba recuperando más rápido de lo que habían sugerido estudios anteriores”, explicó Best.
De acuerdo con el experto, esta recuperación se puede estar dando luego de que en la década de 1960 la Comisión Ballenera Internacional implementó unas medidas de protección al notar la grave disminución de estas ballenas.
Las cifras han dado cuenta que la caza de esta especie en el siglo XX hizo que la población se redujera a solo unas 450 ballenas. De hecho, se estima que en esta cacería furtiva fueron capturadas más de 25.000 ballenas durante unos 12 años a principios de este siglo.
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En ese sentido, esta nueva investigación es una continuidad de una evaluación previa realizada por la Comisión Ballenera Internacional entre 2006 y 2015, en donde se descubrió que la población de estas ballenas solo se había recuperado en un 30 %.
Sin embargo, los nuevos datos han proporcionando información más precisa sobre las capturas, incluidas las pérdidas, la evolución genética y el historial de vida de estos animales.
“Tener en cuenta las tasas premodernas de caza de ballenas y de golpes y pérdidas donde las ballenas fueron disparadas o arponadas pero escaparon y luego murieron, nos hizo darnos cuenta de que la población era más productiva de lo que creíamos anteriormente”, indicó Adams.
Los investigadores pudieron estimar el tamaño de la población actual de ballenas realizando una combinación de las encuestas aéreas y de barcos, junto con otras técnicas avanzadas.
Este nuevo modelo le ha proporcionado a los científicos una visión más completa de la recuperación y el estado actual de la población de las jorobadas, determinando la recuperación que ha tenido esta especie.
“Es importante incorporar información completa y precisa al realizar estas evaluaciones, y proporcionar evaluaciones de población sin sesgos. Estos hallazgos son una buena noticia porque es un ejemplo de cómo una especie en peligro de extinción puede regresar de una extinción cercana”, indicó Alex Zerbini, del Laboratorio de Mamíferos Marinos del Centro de Ciencias Pesqueras NOAA de Alaska.
Finalmente, lo científicos destacaron que esta recuperación de las ballenas jorobadas puede tener un impacto en todo el ecosistema, ya que esta especie compite con otros depredadores, como los pingüinos y las focas, por el kril como su principal fuente de alimento.
“Las poblaciones de krill pueden verse aún más afectadas por el calentamiento de las aguas debido al cambio climático, comprimiendo su rango más cerca de los polos. Además, este nuevo escenario puede alterar las poblaciones de esta especie ante una mayor demanda de alimento”, concluyó el estudio.
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