El Instituto de Investigación de Pesca y Oceanografía de Rusia informó que fueron liberadas las últimas orcas que se encontraban en la “cárcel de ballenas”, ubicada en el mar de Ojotsk en medio del océano Pacífico.
“Tras haber completado el proceso de readaptación necesario, haber pasado los exámenes y haberles implantado los chips de seguimiento, dos orcas y seis belugas fueron puestas en libertad” , indicó Alexéi Smodorov, portavoz del organismo.
La hembra ‘Jaria’ y el macho ‘Forest’ han sido las últimas orcas en recuperar la libertad de las doce que fueron retenidas en 2018 en las instalaciones del Centro de Adaptación de Mamíferos Marinos situada en una bahía cerca del puerto de Najodka.
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Los cetáceos, que fueron trasladados en un barco remolque después de recibir unos masajes para recuperar su tono muscular, llevan unos chips a través de los cuáles los científicos rusos podrán seguir sus movimientos.
Sin embargo, aún quedan 74 belugas en cautividad en la denominada “cárcel de las ballenas” en donde se encontraban en total 90 animales de estas especie y 12 orcas que fueron encerradas el pasado año para ser vendidas por varios millones de dólares a acuarios chinos, lo que causó una gran indignación entre los defensores de los animales en Rusia y en Occidente.
La liberación
Esta liberación se produce luego de que varios grupos conservacionistas denunciarán y rechazaran las precarias condiciones en las que se encontraban los animales y tras lograr frenar la venta de los mismos a China.
Los científicos aseguraron en su momento que el hacinamiento y las malas condiciones sanitarias, conllevaron a que los animales se enfermaran, complicando el proceso de adaptación y liberación de las orcas y belugas a su medio natural.
Sin embargo, otro de los problemas que se presentaba era el alto costo para trasladar y liberar a los animales en el océano.
El Instituto oceanográfico VNIRO de Rusia reveló que la liberación de cada uno de los cetáceos representaría un gasto de hasta 3 millones de rublos (unos 46.000 dólares), ya que se debían fabricar unos recipientes a la medida de los animales para hacer el proceso de traslado y contratar a un grupo de especialistas para emprender todo el proceso de adaptación a la vida natural.
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El gobierno del presidente de Rusia, Vladímir Putin, se vio obligado a buscar una solución a esta situación ante la presión de varias organizaciones ambientalistas que pedían que los animales fueran liberados en buenas condiciones para que pudieran sobrevivir.
Por ejemplo, activistas de Greenpeace realizaron varias protestas junto a la “cárcel de ballenas”, exigiendo la liberación de las orcas y belugas en su hábitat natural y no junto a la zona de reclusión.
“Consideramos que las orcas deben ser devueltas a su hábitat y no botadas en la bahía más cercana. Soltarlas en la bahía Srédniaya es una solución simple, barata y absolutamente incorrecta”, declaró en su momento el experto de Greenpeace, Oganes Targulián.
De acuerdo con el experto, liberarlas en la zona de reclusión no garantizaba que los cetáceos pudieran sobrevivir, lo cual pondría en entredicho la capacidad de las ballenas para estar en condiciones naturales y justificaría su recaptura y el envío a los acuarios chinos.
De esta forma, tras un largo proceso de adaptación, las orcas y belugas vienen siendo liberadas paulatinamente de la “cárcel de ballenas”, en un hecho que se llevó todo el rechazo del mundo por tener a estos animales en cautividad.