Un estudio de la Universidad Estatal de Colorado evidenció que las corrientes y tormentas del Océano Ártico están moviendo las bacterias de las floraciones de algas oceánicas a la atmósfera, donde las partículas ayudan a que se formen las nubes.
De acuerdo con la investigación, estas partículas suspendidas en el aire, llamadas aerosoles, pueden acelerar la formación de cristales de hielo en las nubes, lo que tiene un impacto en el clima y los patrones climáticos.
“Estos tipos especiales de aerosoles en realidad pueden ‘sembrar’ las nubes, algo similar a cómo una semilla haría crecer una planta. Algunas de estas semillas son realmente eficientes para formar cristales de hielo en la nube”, explicó Jessie Creamean, científica el Departamento de Ciencia Atmosférica de la CSU y autora del estudio.
Los investigadores también explicaron que unos estudios previos habían demostrado que las bacterias marinas estaban sembrando nubes en el Ártico, pero aún no se había podido establecer cómo llegaron del océano a las nubes.
En ese sentido, el nuevo estudio pudo evidenciar que las corrientes oceánicas y los sistemas climáticos llevaron a las bacterias, que se alimentan de las floraciones de algas, sobre la superficie del océano, ayudando a alimentar las nubes.
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Los científicos aseguraron que este proceso se da cuando las “semillas de nubes” pueden crear más nubosidad con cantidades variables de hielo y agua, lo cual puede afectar la cantidad de calor que queda atrapado en la atmósfera interfiriendo en el clima.
“La composición de las nubes puede afectar el ciclo del agua del Ártico, cambiando la cantidad de lluvia y nieve que se produce. Aumentar el número de nubes y cambiar la composición de las nubes árticas también afecta los sistemas climáticos del norte, lo que podría influir en las tendencias climáticas en todo el mundo”, reseña el estudio.
Para entender este proceso, los investigadores tomaron muestras a 8 metros debajo de la superficie del agua y unas muestras de aire a aproximadamente 20 metros sobre la superficie del agua en estrecho de Bering durante una floración de algas.
Durante el análisis se pudo evidenciar la presencia de bacterias conocidas por sembrar nubes en el fondo de una floración de fitoplancton, pero lo sorprendente fue que las bacterias también se encontraron a unos kilómetros de distancia.
“Los científicos encontraron la misma bacteria aproximadamente a 250 kilómetros al noroeste de la floración, lo que sugiere que una fuerte corriente transportó la bacteria a un nuevo lugar. Las bacterias también estaban en el aire sobre el agua. Una tormenta llevó las bacterias desde las profundidades del océano a la superficie, transportando las “semillas de nubes” bacterianas al aire en gotas de agua”, reseña el estudio.
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Finalmente, los investigadores resaltaron que las regiones polares de la Tierra están experimentando un rápido calentamiento por el cambio climático, lo cual podría generar más floraciones de algas y la aparición de más bacterias que afectaría aún más sus sistemas climáticos.
“Esta es una pieza del rompecabezas sobre cómo se forman estas nubes en el Ártico y cómo impactan los patrones climáticos en todo el mundo”, concluyó Creamean.
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