Aunque viajar puede ser una de las experiencias más placenteras para el ser humano, no todos los vuelos son lo suficientemente cómodos y algunos pueden dejar a los pasajeros con secuelas temporales y desagradables.
Si alguna vez has sentido en medio de un vuelo que los dolores de cabeza son más intensos de lo normal o te inflamas solo cuando vas en un avión, debes saber que tu cuerpo no funciona de la misma forma cuando viajas a más de 10.000 metros de altura.
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-Aparece la deshidratación
Cuando realizas vuelos cortos es normal que sientas que el viaje fue muy relajado y no necesitas descansar para ‘recargarte’. Pero en los viajes largos la historia puede ser otra.
De acuerdo a la fisioterapeuta y directora de Phizz Sport, Yasmin Badiani, el cuerpo humano puede llegar a perder 230 mililitros de agua por cada hora de vuelo. ¿La razón? La humedad en las cabinas de los aviones puede ser muy baja y un pasajero podría perder hasta 4 litros de agua en un vuelo largo (Londres-Sídney).
Lo recomendado, según especialistas, es llevar una botella de agua y tomar un cuarto de litro cada hora para evitar la deshidratación.
-Se incrementan los dolores de cabeza (y los mareos)
Al momento del despegue es normal que los nervios se incrementen y todo se vuelva peor si hay turbulencia en el recorrido. Es ahí cuando aparecen los dolores de cabeza intensos o náuseas, que resultan difíciles de controlar.
Además, durante un vuelo observamos una imagen estática que no tiene relación con el movimiento que percibe nuestro oído interno, por lo que podemos experimentar desorientación o estrés. Expertos aconsejan ubicarse en una ventana para cambiar la imagen o dormir en el avión con el fin de evitar el mareo.
-Te expones a gérmenes y enfermedades virales
Permanecer varias horas en un espacio reducido sin la posibilidad de abrir las ventanas puede enfermarte, especialmente si tu compañero de vuelo tiene gripe o tos evidente.
Lavarte las manos con frecuencia, llevar tapabocas si tienes una enfermedad viral o protegerte de los cambios de temperatura, son consejos que te ayudarán a tener un vuelo ‘más saludable’.
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– Inflamación en las extremidades inferiores
¿Te ha pasado que tomas un vuelo de 2 o 3 horas y cuando tocas tierra tus pies parecen de una talla más? Si tu respuesta es afirmativa, debes saber que esto se produce por la falta de movilidad.
Permanecer sentado sin la posibilidad de estirar las piernas a tu antojo influye en la mala circulación de la sangre y el adormecimiento de tus piernas, por lo que terminan inflamadas tras el vuelo. Levantar las rodillas o estirarte en el puesto mínimo 10 veces por hora, evitará la hinchazón.
–¡Oídos tapados!
Esta es, quizá, una de las sensaciones más incómodas cuando vas en un avión. El rápido cambio de presión del aire exterior, hace que tu oído no tenga el tiempo suficiente para adaptarse, por lo que sientes una sensación de vacío o taponamiento en tus oídos.
Mascar un caramelo o un chicle puede ayudar a disminuir esta sensación y a ‘destapar’ nuevamente tus oídos.