Un estudio desarrollado por científicos de la Universidad Politécnica y Estatal de Virginia (Virginia Tech) evidenció que las aguas residuales de la producción de petróleo y gas que son inyectadas en los pozos podrían causar terremotos.
Los Estados Unidos viene experimentando un importante auge en la producción de petróleo y gas, así como también con el fracking, en la que se utiliza una técnica de disparar agua mezclada con arena y sustancias químicas en lo profundo de la tierra para extraer hidrocarburos atrapados dentro de la roca.
Esta evidencia se conoce luego de que varios sectores relacionaran este proceso industrial de la industria con los sismos debido a que los productores han implementado medidas para desechar estas aguas residuales inyectándolas en los pozos bajo tierra.
En ese sentido, un equipo de expertos pudo concluir a través de una investigación que las aguas residuales, debido a su mayor densidad, pueden representar un riesgo de terremoto en los próximos años, ya que desplaza las reservas existentes de agua subterránea que mantienen el suelo estable.
Los científicos de Virginia Tech desarrollaron un modelo basado en los flujos de aguas residuales en dos estados en los que se ha implementado el fracking como Kansas y Oklahoma, en donde encontraron que las aguas residuales alteraron la presión del fluido subterráneo hasta un punto que representó un riesgo de terremoto durante décadas.
“Eso tiene algunas consecuencias muy interesantes y creo que importantes para la forma en que entendemos el peligro que representa la eliminación de aguas residuales en los yacimientos petrolíferos”, indicó Ryan Pollyea, autor principal del estudio.
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Los investigadores pudieron establecer que los temblores de magnitud 3 o mayor solían ser relativamente raros en el centro de los EE.UU. Sin embargo, la gran exploración de combustibles fósiles ha disparado estos movimientos de 20 por año en 2008 a más de 400 por año.
Precisamente, un terremoto particularmente fuerte golpeó a Oklahoma en septiembre de 2016, con una magnitud de 5,6, lo suficientemente grande como para sentirse en siete estados, desde Texas hasta Iowa.
Sismos más fuertes
El equipo de investigadores encontraron que los terremotos también se estaban haciendo más fuertes en los dos estados analizados ya que la cantidad de terremotos de magnitud 4 aumentó un 150 % desde 2016, mientras que la cantidad de temblores de magnitud 2,5 se redujo en más de un tercio.
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Otro de los aspectos, es que estos movimientos telúricos se están haciendo más profundos y este escenario estaría relacionado con la presión de los fluidos en las profundidades y las inyecciones de aguas residuales.
“Hemos encontrado un nuevo mecanismo para explicar cómo la presión de los fluidos causa y aumenta los terremotos en las profundidades. Nuestro estudio se puede usar para mejorar los modelos de peligro para terremotos inducidos por inyección teniendo en cuenta las variaciones de la presión del fluido que se producen después de que se reduzcan o detengan las operaciones de inyección”, concluyó Pollyea.
Con información de AFP
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