Kipi es una robot hecha con chatarra reciclada con una misión muy especial: llevar educación a los niños del Perú que viven en zonas de difícil acceso.
Walter Velásquez, su creador, es un joven maestro que se valió de la genialidad de la robot Kipi para ofrecer el derecho a la educación que tienen los niños que viven en zonas apartadas de Perú.
Los ojos de Kipi son dos linterna, su cabeza es una radio antigua y se desplaza a lomo de caballo por los difíciles caminos que conducen a las comunidades rurales de Colcabamba, en Huancavelica, región del centro de Perú a 3.000 metros de altitud.
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“Soy una robot especial. Fui creada y programada para cantar, bailar y aprender con estudiantes con necesidades especiales”, dice Kipi al presentarse a los niños.
La robot Kipi es controlada mediante el teléfono de Walter, quien además, programó un software para enseñarle palabras y hacerla cada vez más autónoma. La robot puede hablar en castellano y quechua, lengua materna de la mayoría de los estudiantes.
Kipi, la robot que se metió en los corazones de los niños de Perú
“Para mí, salió muy bonita. Kipi es una niña andina que lleva mensajes positivos y educativos ante esta pandemia. Viaja y comparte alegría y esperanza. Además es muy ecológica, porque tiene un panel solar y se autorrecarga durante el viaje”, dijo Velásquez a la Agencia EFE.
Kipi, además, tiene un diseño ecológico ya que tiene un panel solar en forma de mochila; necesario por donde se le vea ya que en las comunidades campesinas donde trabaja, no hay luz eléctrica.
La robot y su dueño son reconocidos en Perú por su labor. Incluso los niños le escriben cartas a Kipi en las que expresan su agradecimiento y cariño.
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“Cuando Kipi se va muchos de ellos le escriben cartas. Eso realmente me conmueve. Es tan lindo porque tal vez estos niños en el futuro tengan esa motivación de acordarse que aprendieron de una robot y proponerse hacer ellos mismos diez robots”, agregó Walter.
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