Dos mujeres árabes del mismo sexo cuentan el calvario y la huida sobre su relación amorosa en un país que rechaza a la comunidad LGBTIQ+. Asimismo destacan la ayuda de una activista para sacarlas de su propio país y lograr emprender una nueva vida en otro lado con lo único que las une y las sostiene: el amor que se tienen.
Amal y Ebtisam llegaron a España luego de escapar de su país, Arabia Saudí, donde eran perseguidas y su relación no era aceptada ni por su familia ni por la sociedad más cercana a ellas.
Tienen 24 años y tuvieron que planear un escape para defender su amor y su relación porque sus vidas juntas en su país era imposible de mantener.
Para ellas, enfrentar la negación y los señalamientos fue un horror. Cuentan que cuando sus familiares se enteraron le hicieron la vida imposible.
Viven en la localidad de Jerez de la Frontera (sur) junto a Nasara, una activista feminista saharaui que ha hecho lo imposible por llevarlas a España. Es su ángel de la guarda.
Un amor truncado
Ebtisam cuenta a EFE cómo se conocieron en 2015 en su país a través de una amiga en común con Amal; comenzaron a salir un tiempo después, se enamoraron, pero sus familias, de origen yemení, se enteraron de su relación a través del director del instituto en el que ambas estudiaban. Ocurrió en 2017.
“Había una profesora del instituto que vigilaba las conductas y comportamientos de los estudiantes, como una policía, si actuaban de modo incorrecto, el director se lo comentaba a las familias. Ella dijo que nuestra conducta era demasiado homosexual para el colegio y llamó a nuestros padres”, recuerda Ebtisam.
“Sus hijas están enfermas”, les indicó el director a sus padres.
A partir de ese momento comenzó un calvario para las dos jóvenes. A Ebtisam la amenazó su padre con mandarla a Etiopía con su madre, ya que estaban separados, en cuanto acabara el instituto, lo que finalmente cumplió.
Allí, en Etiopia, estuvo dos años y medio con su madre, quien la maltrataba físicamente y le hacía sentir como “si no valiera nada”, empezó a odiarse a sí misma, cuenta la joven, que además sufrió violencia por parte de su hermano mayor. Motivos por los que no retomó sus estudios.
Por parte de Amal no solo su padre la prohibió volver al instituto, sino que quiso casarla con un primo de ella.
La pareja estuvo un año sin poder comunicarse, sin saber nada la una de la otra. Las controlaban para que así fuera, pero gracias de nuevo a la amiga común retomaron el contacto, relata Ebtisam.
La huida
Cuando hablaron después de tanto tiempo llegaron a la conclusión de que tenían que huir y volver a juntarse, la salud mental de ambas estaba muy deteriorada y tenían que hacer algo lo antes posible. Ambas habían creado una plataforma en redes sociales, Yemeni Feminist Voice (Voz Feminista Yemení), a través de la cual pidieron ayuda a Nasara.
“Sabíamos que había ayudado a otra gente, le contamos nuestra historia de los abusos que habíamos sufrido y ella nos dijo que nos ayudaría a encontrar una solución lo más rápido posible”, cuenta Ebtisam.
Nasara lleva bastantes años en España. Conocía a otra amiga de la pareja; se trata de Besmah, con quien colaboraban en la plataforma.
“Ellas no han sido las primeras ni las últimas mujeres a las que ayudo”, manifestó Nasara a EFE.
Con el fin de conseguir el dinero para que pudieran huir, Nasara creó una ‘recaudación de fondos’ y en tres días consiguió reunir 9.000 euros. Pudo pagar los billetes de avión que reunirían a la pareja en El Cairo. Pero también tenía que sacarlas rápidamente de la capital egipcia.
“Es una ciudad con un alto índice de violencia sexual y abuso; más si son chicas de origen árabe, el riesgo era muy alto. Tuve que pagar en uno de los sitios más lujosos de El Cairo un alquiler para que estuvieran protegidas. Me encargué de que en ningún momento sintieran peligro”, señala la activista quien gastó todos sus ahorros en ello.
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De hecho sabía que la pareja tenía que dejar El Cairo cuanto antes, así que Nasara se contactó con el Ministerio de Igualdad en España. Escribió un correo a la directora general de Diversidad Sexual y Derechos LGTBI, Boti García.
“Qué derecho tienen sus familias de usurpar a estas personas a ser lo que son, el derecho a ser como son y el derecho a amar”, indica García en una entrevista a EFE.
García no tenía competencias en política exterior, pero “removió cielo y tierra” para sacar adelante a la pareja. Trabajó en conjunto con los Ministerios del Interior y de Exteriores.
Cuenta emocionada cuando el mes pasado Amal y Ebtisam aterrizaron en España: “el país que les podía cambiar la vida”.
Un nueva vida
La pareja enamorada lleva un mes en Jerez de la Frontera. Las jóvenes aún no han comenzado su nueva vida, ya que se encuentran en un estado de recuperación de lo vivido. Han solicitado el asilo por orientación sexual, una protección que esperan que llegue cuanto antes.
“No queremos acabar con nuestra libertad, no queremos volver a un país homófobo. Ahora no nos sentimos en peligro”, aseguran Amal y Ebtisam, que recuerdan que como ellas hay muchas voces de niñas, de jóvenes, que están sufriendo por ser lesbianas en países donde es un delito serlo, donde la comunidad LGTBI “no piensa en un futuro sino en el día a día” por el temor con el que viven.
Las jóvenes acudirán el próximo 26 de abril, Día de la Visibilidad Lésbica, a un acto que ha organizado el Ministerio de Igualdad.
Con información de EFE
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