En el Valle Blanco, un sitio de buceo famoso por sus tiburones tigre en Polinesia, Pierrick Seybald se pone las aletas y salta del barco. El apneísta no les tiene miedo ya que utiliza un método para acariciarlos e incluso adormecerlos.
En el lugar hay algunos tiburones de punta negra y blanca, cientos de peces y dos tiburones limón. De pronto, una hembra tiburón tigre, de tres metros, seguida por otra de más de cuatro metros y se acercan. Los otros tiburones se van, nadie cuestiona su dominio.
Las dos hembras rodean a Pierrick sin ser agresivas. En la superficie, Kori Garza, bióloga marina de Hawái, observa cualquier cambio en su comportamiento. Ambas lucen las rayas características de su especie y una línea de pesca rota sobresale de la boca de la más grande. Tiene un anzuelo atorado en la mandíbula.
Pierrick, de 34 años, que creció en Rangiroa, un atolón de los Tuamotu convertido en la meca de los buzos, recupera la respiración en la superficie. Kori filma la escena. El apneísta se zambulle nuevamente y se acerca a la hembra, a diez metros de profundidad.
Inmóvil, deja que el animal se acerque. Cuando llega al contacto, Pierrick pone una mano con un guante en el hocico del tiburón. El animal parece que se duerme y Pierrick le da la espalda, una posición que las hembras sólo adoptan cuando se aparean.
El buzo abre la boca del tiburón, sumerge las dos manos y saca el anzuelo en segundos. Luego voltea la bestia de más de 500 kilos, que se despierta inmediatamente y se aleja.
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Esta forma de catalepsia, llamada “inmovilidad tónica”, todavía no se comprende bien. Parece estar relacionada con el órgano sensorial de los tiburones, llamado “bombilla de Lorenzini”, concentrado en su hocico.
“Es un sistema en la cabeza del tiburón que detecta frecuencias electromagnéticas cercanas. Por lo general, los tiburones lo usan para detectar a sus presas, es posible que también los utilicen en sus migraciones, utilizando los campos magnéticos de la tierra”, explicó Kori Garza.
Espíritu del tiburón
En la mayoría de los casos, los científicos que estudian a los grandes tiburones deben pescarlos, mantenerlos inmóviles y liberarlos minutos más tarde. El método utilizado por Pierrick y Kori permite minimizar el riesgo de lesiones y estrés de los tiburones, afirman.
Ambos fundaron la asociación para la protección de los tiburones ‘Fundación Ma’o Mana’ (el espíritu del tiburón, en tahitiano). Esperan obtener un permiso de las autoridades locales para que su asociación pueda desarrollar este método, ya que las interacciones con los tiburones están muy reguladas en Polinesia.
“Quizás esto permitiría poner a estos tiburones en inmovilidad tónica no después de pescarlos, sino directamente en el agua. Esto permitiría tener acceso a estos animales, ponerlos en una posición en la que están como anestesiados y nos permitiría, por ejemplo, tomar rápidamente una muestra de ADN”, explicó el doctor Eric Clua, director de investigación en Criobe (Centro de investigación insular y observatorio del medio ambiente) de Moorea y especialista en tiburones.