La pandemia del COVID-19 ha generado una crisis económica en el mundo impactando los empleos, la producción y obligando a los gobiernos a brindar ayuda para mitigar este efecto accediendo a un endeudamiento histórico, un escenario que ha revivido un debate sobre el futuro del capitalismo.
El respaldo del sector público financiando y brindando ayudas para mantener la economía a flote y mitigando el impacto del COVID-19 ha conllevado a que muchos sectores cuestionen los fundamentos de un sistema que, cuando no existen crisis, reclama la mínima intervención del Estado y la máxima libertad para el mercado.
Sin embargo, en la pandemia se ha evidenciado que el Estado ha sido fundamental para enfrentar los problemas sociales y económicos de un COVID-19 que paralizó por unos meses el mundo y que tendrá unas consecuencias a largo plazo.
La ayuda estatal sin precedentes
En EE.UU. el paquete de estímulo aprobado en marzo, fue de 2,2 billones de dólares, y el Congreso y la Casa Blanca han mantenido conversaciones para un segundo rescate, sin éxito por el momento, pero que podría ganar tracción con la victoria electoral del demócrata Joe Biden.
El ambicioso programa en la primera economía del mundo incluyó las transferencias directas de efectivo a los ciudadanos, el reforzamiento de los subsidios de desempleo y un multimillonario mecanismo de apoyo a pequeñas y medianas empresas para que no despidieran trabajadores.
Desde la Gran Depresión de 1930, no se veía una intervención estatal de semejante escala en el faro del capitalismo mundial, y el fin de la Segunda Guerra Mundial abrió la puerta a un nuevo orden económico mundial basado en la cooperación internacional y el surgimiento de los modernos sistemas de bienestar social.
Este mismo escenario se presentó en los países de la Unión Europea (UE) en donde se han movilizado más de tres billones de euros en líneas de avales y ayudas públicas para mantener a flote a las empresas y 575.000 millones de euros en medidas fiscales destinadas sobre todo a proteger el empleo y reforzar sus sistemas de salud.
El Banco Central Europeo ha desplegado toda su artillería para asegurar que fluya el crédito, con un nuevo programa de compra de deuda de la eurozona de 1,35 billones de euros.
El investigador del centro de estudios Atlantic Council en Washington, y exfuncionario de la Administración de Barack Obama (2009-2017), Josh Lipsky, consideró que el capitalismo, tal y como está diseñado, no cumple con los objetivos de ofrecer buena salud, buena educación y buenos trabajos a los ciudadanos.
“Tras la Segunda Guerra Mundial hubo enormes programas públicos tanto aquí en EE.UU. como en Europa. Es posible que ahora estemos entrando en una tercera fase, en la que nos enfocamos en ver cómo ambas partes pueden trabajar de manera conjunta”, indicó Lipsky sobre el papel del sector público y privado.
Por su parte, el investigador del Real Instituto Elcano Federico Steinberg, indicó que con esta crisis es probable que el mundo vea surgir “Estados más grandes, con regulaciones más importantes, con empresas públicas más presentes y con impuestos más altos, pero esto será otra fase del capitalismo y de la globalización, no el fin del mismo”.
De acuerdo con el experto, el COVID-19 acelerará tendencias que venían de antes, como la contestación al libre comercio y a la globalización financiera, las tensiones sociales y políticas por una desigualdad que se agudizará con la crisis.
“La crisis ha puesto de manifiesto que durante mucho tiempo los gobiernos han recortado el gasto en bienes públicos, infraestructuras, servicios, y ahora se nos vuelve en contra, con sistemas sanitarios desbordados o escuelas mal equipadas para lidiar con la pandemia”, destacó Lisa Tostado, de la Fundación Heinrich Böll en Bruselas.
Para la experta, la pandemia ha hecho reconsiderar lo que valoramos como sociedad y hemos visto que confiar solo en las fuerzas del capitalismo no resolverá todos estos problemas, en sanidad, educación o cambio climático.
“Espero que al menos esta crisis tenga el beneficio de que cuestionemos el papel del Gobierno en estos sectores”, resaltó Tostado.
Un reequilibrio entre Estado y mercado
El analista del Centro de Política Europea, Frederico Mollet, explicó que si bien los Estados tendrán que seguir interviniendo a corto plazo ante las complejas perspectivas de recuperación, no está tan claro que la pandemia vaya a traer cambios estructurales a largo plazo en la relación entre Estado y mercado.
Para el experto, la pandemia ha evidenciado hasta qué punto el Estado puede movilizar recursos ante una crisis, pero aún falta ver una “mayor voluntad” para usar recursos públicos para responder a otras situaciones.
“En los próximos años habrá una participación mucho más extendida del sector público en empresas privadas, pero espero que cuando la situación se normalice, en tres o cuatro años a partir de ahora, los gobiernos vendan gradualmente estos activos”, pronosticó Zsolt Darvas, investigador del centro de estudios europeo Bruegel.
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De acuerdo con este investigador, en Europa volverán las normas de ayudas de Estado, así como el Estado del Bienestar, que se ha “ampliado temporalmente” con ayudas para proteger el empleo que no podrán mantenerse a largo plazo.
“El capitalismo, como todos los sistemas, es propenso a los problemas, pero tanto la crisis financiera global, como la gestión de la crisis actual muestran que dentro del sistema hay instituciones capaces de actuar para abordar cualquier crisis”, indicó Darvas.
Libertad para endeudarse y gastar
Los expertos también resaltaron que la crisis llevó a que los países tuvieran una mayor libertad para endeudarse y gastar para responder a una pandemia que afectó varios sectores fundamentales para la economía de los países.
Por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional (FMI), referente de la ortodoxia económica, ha instado a los países emplear todas las herramientas disponibles para mantener a flote la economía ante la mayor crisis económica desde la Gran Depresión.
“Son tiempos excepcionales, y requieren soluciones excepcionales”, alertó Kristalina Georgieva, directora del fondo en la asamblea anual celebrada en octubre de manera virtual por la pandemia.
La institución conocida por sus llamamientos a la austeridad se salió del libreto al instar a las autoridades a contener la crisis con ambiciosos programas de estímulos fiscales para proteger a los trabajadores y empresas.
No obstante, recalcó que, si bien es necesario, este gasto extraordinario disparará los déficit fiscales y la deuda de los gobiernos.
Finalmente, los expertos han explicado que la recuperación de esta crisis será gradual y dependerá de la forma en que los países la hayan afrontado, pero habrá algo seguro y es que estas deudas tendrán que pagarse en los próximos años.
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