La comunidad científica y política del mundo ha reaccionado con escepticismo frente al anuncio realizado por Rusia de haber desarrollado y registrado la primera vacuna contra el coronavirus “eficaz” para enfrentar la pandemia del COVID-19.
El anuncio fue hecho por el presidente de Rusia, Vladimir Putin, quien destacó que los científicos del Instituto de Investigación de Epidemiología y Microbiología de Gamaleya lograron desarrollar la vacuna denominada Sputnik V, la cual habría superado todas las pruebas necesarias y provocó una «inmunidad estable» frente al coronavirus.
En contexto -> Rusia asegura que ha registrado la primera vacuna probada contra el coronavirus
“Por primera vez en el mundo, se ha registrado una vacuna contra el nuevo coronavirus. Sé que es bastante eficaz, que otorga una inmunidad duradera”, indicó Putin.
Sin embargo, a pesar de que es una buena noticia que se haya logrado obtener una vacuna frente al coronavirus, el anuncio ha generado cierta incertidumbre ya que se cree que este proyecto no habría cumplido con los protocolos y tiempos necesarios para completar las fases de pruebas y ensayos clínicos.
El ministerio de Salud de Rusia contempla que la vacuna contra el coronavirus sea distribuida a partir del 1 de enero de 2021, pero hay algunas versiones de que podría ser aplicada en la población desde octubre. Además, se cree que esta vacuna podría otorgar una inmunidad de dos años.
Incertidumbre frente a su eficacia y seguridad
El anuncio de Rusia frente a su vacuna ha generado un gran incertidumbre en la comunidad médica y científica que ha cuestionado que este país haya registrado la vacuna contra el coronavirus antes de los ensayos de fase 3, los cuales suelen durar meses e implica que miles de personas participen de las pruebas clínicas.
Sin embargo, el presidente de Rusia aseguró que “ha pasado todas las pruebas necesarias y lo más importante es asegurar la total seguridad de utilizar la vacuna y su eficacia”, además se espera iniciar su producción masiva en septiembre.
Precisamente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) se pronunció asegurando que todas las posibles vacunas deben completar las fases de ensayo antes de ser distribuidas para poder confirmar su seguridad y nivel de protección frente a la enfermedad. Además, debe cumplir con procedimientos rigurosos de verificación.
Otro de los aspectos que ha generado sospechas es que, hasta el momento, no se conocen los resultados de las pruebas clínicas que Rusia dice haber desarrollado para que sean evaluados por organismos y científicos independientes.
La OMS había reportado que seis candidatas a vacunas se encontraban en fases avanzadas, mientras que 20 están en fases de ensayos clínicos y son probadas en seres humanos y otras 139 se encuentran en estado de evaluación pre-clínica.
Sin embargo, la vacuna de Rusia para el coronavirus no figuraba entre las seis candidatas más avanzadas y para finales de julio se estimaba que se encontraba clasificada en la fase 1.
Un pulso político
La carrera por el desarrollo de una vacuna y ser el pionero en anunciarlo al mundo también hace parte de un pulso político que lideran potencias como Estados Unidos, China y Rusia.
Precisamente, el hecho de que la vacuna rusa haya sino nombrada como Sputnik V, en referencia al primer satélite en el mundo que la entonces Unión Soviética puso en órbita, deja en evidencia la connotación política del desarrollo de una vacuna en un momento de pandemia global.
La OMS ha explicado que tres de las seis vacunas que están en fase avanzada se vienen desarrollando en China (Sinopharm y Sinovac), mientras que las otras vienen siendo probadas por los laboratorios de las farmacéuticas estadounidenses Pfizer, Moderna y la británica AstraZeneca, esta última en colaboración con la Universidad de Oxford.
De acuerdo con los expertos, la competencia para tener la primera vacuna, al igual que con la carrera espacial entre Moscú y Washington, tiene que ver con la política internacional y con la ciencia, ya que el primer país que encuentre la manera de derrotar el coronavirus será como ‘el primero en llegar a la Luna’.
Este logro científico daría un “estatus global” en medio de un crisis mundial y precisamente el presidente de Rusia, Vladimir Putin, lo necesitaría ante la caída de su popularidad debido al estancamiento de la economía y los estragos de la pandemia en el país.
Sin embargo, Putin no sería el único que está en este escenario porque el presidente de EE.UU. Donald Trump, enfrenta su reelección en noviembre y ha confiado en que el país pueda tener una vacuna antes de los comicios presidenciales del 3 de noviembre.
“Estamos invirtiendo en el desarrollo y fabricación de las seis principales candidatas para asegurar su rápida distribución. Las Fuerzas Armadas están listas para entregar la vacuna a los estadounidenses tan pronto como la primera esté del todo aprobada”, manifestó Trump, quien enfrenta un duro momento de su gobierno y ve en peligro su continuidad en la Casa Blanca.
Finalmente, China también ha acelerado los trabajos en el desarrollo de una vacuna con el objetivo de ganar el protagonismo en ser el país no solo donde apareció el virus sino que también obtuvo la solución inmunológica para poner fin a la pandemia.
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