Los pronunciamientos sobre la vacuna de AstraZeneca para el COVID-19 han encendido las alarmas de varios países en el mundo, luego de que se suspendiera su aplicación ante reportes de que algunas personas desarrollaron coágulos sanguíneos.
Las autoridades han asegurado que no hay evidencias de que las inyecciones fueron la causa de estos coágulos por lo que han recomendado seguir utilizando esta vacuna. Sin embargo, los países han decidido ser más cautos y suspender su uso por precaución.
En ese sentido, naciones como Dinamarca, Irlanda, Italia, Alemania, Francia, Países Bajos, España, Bulgaria, Noruega e Islandia han paralizado temporalmente la aplicación de la vacuna de AstraZeneca contra el coronavirus mientras se esclarece la aparición de estos coágulos y si están vinculados directamente con este fármaco.
Una medida de precaución
Las autoridades sanitarias han reconocido que, hasta el momento, no se ha demostrado un vínculo entre estos problemas de coagulación y la vacuna de AstraZeneca.
De esta forma, la suspensión busca procurar un tiempo prudente para descartar cualquier relación, un principio de precaución habitual en medicina.
“Cuando se utiliza un producto relativamente reciente como todas estas nuevas vacunas, hay que vigilarlo atentamente y a la primera señal, aunque no creamos que hay un problema, hay que pararlo”, aseguró Claire-Anne Siegrist, experta suiza en vacunación.
Sin embargo esta decisión suscita perplejidad entre algunos profesionales, que subrayan que estos problemas no son más frecuentes entre los vacunados con AstraZeneca que con las otras vacunas disponibles en Europa como las de Pfizer/BioNTech y Moderna.
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La farmacéutica AstraZeneca explicó que los casos de trombos son “similares” a los que registran sus otras compañías homólogas, pero no vinculo directamente como un efecto de su vacuna.
Esta afirmación se apoya en datos oficiales del Reino Unido, uno de los países más avanzados en su campaña de vacunación, que además dan cuenta de que los coágulos son excepcionales.
Por ejemplo, se registraron 35 entre los 9,7 millones de personas que recibieron una dosis de AstraZeneca (0,0004%) y 24 casos entre los 10,7 millones que recibieron la vacuna de Pfizer/BioNTech (0,0002%), pero en cada una de las vacunas se registró un deceso.
“Está claro que la proporción (…) no es diferente. Es totalmente razonable estudiar con atención los vínculos entre vacunas y problemas de coagulación pero vamos demasiado lejos (impidiendo) a la gente recibir vacunas que pueden evitar que enfermen”, indicó Stephen Evans, epidemiólogo de la London School of Hygiene and Tropical Medicine.
Por su parte, AstraZeneca resaltó que los casos de trombos son incluso menos frecuentes que la media de la población.
Esto no significa que esta vacuna no tenga efectos secundarios. En Francia, la agencia reguladora ANSM registra más efectos entre los vacunados con AstraZeneca (0,66%) que con Pfizer/BioNTech (0,19%) y Moderna (0,12%).
Los reportes dan cuenta que los efectos de las vacunas son leves o bien de síntomas parecidos a los de la gripe, como fiebre alta. También pueden ser más graves, como las reacciones alérgicas que impiden respirar, pero estos casos son excepcionales y se han reportado unos 41 entre cinco millones, según la Unión Europea.
La OMS y la reunión con los organismos sanitarios
Tras estos reportes de problemas de coagulación en personas que recibieron la vacuna, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia Europea del Medicamento (EMA) afirmaron que no existe evidencia de que deba suspenderse el uso de la vacuna de AstraZeneca.
“No queremos que la gente entre en pánico y, por el momento, recomendamos que los países sigan vacunando con AstraZeneca. Hasta ahora, no hemos encontrado un vínculo entre estos hechos y la vacuna”, indicó Soumya Swaminathan, directora científica de la OMS.
De acuerdo con la experta, los beneficios de la vacunación son mayores que los riesgos que conlleva el COVID-19 y “lo que hemos visto hasta ahora en los datos preliminares, no hay aumento del número de casos de episodios tromboembólicos”.
Por su parte, el director del equipo científico de la Universidad de Oxford, Andrew Pollard, que desarrolló el fármaco en conjunto con AstraZeneca, aseguró que no existe ninguna relación entre los coágulos sanguíneos y la vacuna.
“Hay pruebas muy tranquilizadoras de que no hay un aumento del fenómeno de los trombos aquí en el Reino Unido, donde se han administrado hasta ahora la mayoría de las dosis de Europa”, indicó Pollard.
En respuesta a las suspensiones, AstraZeneca indicó que examinó los datos de 17 millones de personas que la recibieron en toda Europa y que “no hay evidencia alguna de un riesgo mayor” de coágulos sanguíneos, en ningún grupo etario ni en ninguno de los dos sexos.
Asimismo, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) afirmó que “no hay indicio alguno de que las vacunas causaron esas condiciones”, y que la proporción de personas que sufrieron coágulos sanguíneos y que recibieron la vacuna de AstraZeneca no es mayor a la de aquellos que no la recibieron.
Algunos expertos señalan que debido a que las campañas de vacunación se están realizando primero para las personas más vulnerables, es muy probable que esas personas ya estén sufriendo de dolencias previas que no hayan sido diagnosticadas y por lo tanto se hace difícil comprobar que la vacuna sea la responsable de algo que ocurra después.
Los investigadores reconocieron que siempre que se realiza una campaña masiva de vacunación, es común que algunas personas tengan una reacción adversa, simplemente porque se trata de millones de personas y cada una tiene un organismo que puede reaccionar de forma distinta.
Finalmente, se espera que Agencia Europea de Medicamentos (EMA) y la OMS adelanten reuniones para analizar la seguridad de la vacuna de AstraZeneca tras la aparición de estos casos de problemas de coagulación con el objetivo de poder dar un dictamen oficial sobre su uso.
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