El papa emérito Benedicto XVI murió a sus 95 años tras presentar un grave deterioro en su salud relacionado con su avanzada edad.
Así lo confirmó el Vaticano al revelar que el expapa Joseph Ratzinger murió en su cama en el Monasterio Mater Ecclesiae luego de que en los últimos días tuviera un agravamiento de sus condiciones físicas.
Fue el Papa Francisco el que le pidió al mundo el pasado 28 de diciembre hacer una oración especial por su antecesor debido a que estaba “muy enfermo”, por lo que todas las alertas se encendieron frente al estado del papa emérito.
“Me gustaría pedirles a todos ustedes una oración especial por el papa emérito Benedicto (…), recordarlo, porque está muy enfermo, pidiendo al Señor que lo consuele y lo sostenga”, indicó Francisco durante una audiencia.
Tras esta petición, el Vaticano reconoció un “agravamiento” en la salud del papa emérito y aseguró que fue visitado por Francisco. El expontífice estuvo estable pero en condición delicada y contó con el acompañamiento y atención de un equipo médico hasta el último momento de vida.
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El papa alemán Joseph Ratzinger renunció a su pontificado en febrero de 2013 y desde entonces vivió alejado de la vista pública en el convento Mater Ecclesiae en el interior de la Ciudad del Vaticano.
De esta forma, Benedicto XVI murió a sus 95 años pero pasará a la historia como el primer papa, en seis siglos, que renunció a su papado, ya que el último en hacerlo fue Gregorio XII en 1415.
Su pontificado y salud
El entonces cardenal alemán Joseph Ratzinger fue elegido como Papa de la Iglesia Católica el 19 de abril de 2005 tras la muerte de Juan Pablo II.
A pesar de que Ratzinger había dicho en repetidas ocasiones que le gustaría retirarse para dedicarse a escribir libros, el cónclave lo eligió como Sumo Pontífice a sus 78 años y muchos pensaron que su pontificado sería muy corto o de transición.
Sin embargo, el papa sorprendió al mundo al anunciar su renuncia a su pontificado casi ocho años después (febrero de 2013) dando paso a la elección de un nuevo Obispo de Roma en un hecho inédito en la historia reciente de la Iglesia Católica.
Durante esos años, el papa enfrentó un evidente decaimiento en su salud producto de su apretada agenda y reconoció que le faltaba energía debido a su vejez. De hecho, Benedicto XVI presentó varios problemas cardíacos que lo obligaron a cancelar su asistencia a eventos públicos y empezó a tener problemas en su movilidad.
“Tras haber examinado repetidamente mi conciencia ante Dios, he llegado a la certeza de que mis fuerzas, dada mi avanzada edad, ya no se corresponden con las de un adecuado ejercicio del ministerio petrino. […] Por esta razón, y muy consciente de la gravedad de este acto, con plena libertad declaro que renuncio al ministerio de obispo de Roma, sucesor de san Pedro”, indicó Benedicto XVI.
El argentino Jorge Mario Bergoglio fue elegido como su sucesor convirtiéndose en el primer papa americano de la historia.
De esta forma, Benedicto XVI se retiró a un monasterio ubicado en los jardines del Vaticano en donde estuvo dedicado a la oración. Además, siempre vivió cerca de su sucesor siendo un hecho inédito para la Iglesia Católica.
Tras su dimisión, el papa emérito apareció muy poco en público y las veces que lo hizo fue mostrando un gran decaimiento en su salud; ya que se le vio bastante delgado, usando un audífono y con problemas para hablar y caminar.
De hecho, en las fotografías más recientes fue visto en silla de ruedas por los jardines vaticanos tomando un poco de sol, algo habitual porque el papa emérito mantuvo esta costumbre a pesar de la edad.
Además, también concelebró la misa a la 7.30 a.m. para después sentarse a escuchar música en su sofá, mientras recibía algunas visitas.
Finalmente, el papa emérito Benedicto XVI murió a sus 95 años y el Vaticano se enfrenta al gran reto de aplicar un protocolo que, al parecer, no existe para las honras fúnebres de un expontífice cuando hay un papa en funciones.
Benedicto XVI había indicado que cuando falleciera le gustaría ser enterrado en la cripta debajo de la Basílica de San Pedro; la cual fue ocupada en su momento por la tumba de San Juan Pablo II, quien luego fue trasladado a la basílica principal en los últimos años.
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