La llegada de Joe Biden a la presidencia de Estados Unidos ha generado una gran expectativa en Latinoamérica, principal socio comercial y político del país, ante la promesa de brindar soluciones frente a complejos problemas como la migración y el narcotráfico en la región.
Uno de los primeros presidentes en pronunciarse tras la posesión de Biden como presidente 46° de EE.UU. fue el mexicano Andrés Manuel López Obrador, gobierno con el cual ha existido una relación histórica en donde la migración siempre ha sido el punto de quiebre, pero se espera que este vínculo esté marcado en los próximos años en el “respeto mutuo” y la “esperanza”.
Precisamente, el mandatario mexicano ha resaltado que coincide con los “planteamientos principales” de Biden sobre la migración, la reactivación económica y el combate a la pandemia del COVID-19 en Latinoamérica.
Sin embargo, el tema migratorio supondrá el principal tema a abordar y López ha defendido la posibilidad de regularizar a los millones de mexicanos que viven en EE.UU. y por eso la propuesta de Biden de presentar una reforma migratoria ha sido bien recibida ya que busca dar la ciudadanía para los 11 millones de inmigrantes indocumentados.
Justamente Biden cumplió con esa, una de sus mayores promesas electorales, y su equipo de transición presentó los detalles de la “Ley de Ciudadanía de EE.UU. de 2021”, que incluye una vía a la ciudadanía para esos inmigrantes y se espera que sea debatido en el Congreso.
Asimismo, Honduras y El Salvador, de donde cada año salen miles de inmigrantes en busca de hacer realidad el “sueño americano” de tener una mejor vida, y escenario desde 2018 de multitudinarias y desesperadas caravanas hacia el norte, ha celebrado la llegada de Biden a la Casa Blanca.
El presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, reafirmó su intención de seguir luchando “por la paz y prosperidad de la región”. Ambos países suscribieron en septiembre de 2019 un acuerdo de cooperación de asilo para inmigrantes que buscan refugio en la nación norteamericana y reducir la migración irregular en Centroamérica.
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Por su parte, el Gobierno de El Salvador, dirigido por Nayib Bukele, mostró su “plena voluntad” para unir fuerzas con Estados Unidos, así como su “compromiso para impulsar esfuerzos articulados en áreas de interés común y en beneficio mutuo”.
Estados Unidos es el principal socio comercial de El Salvador y se estima que unos 3 millones de salvadoreños viven en ese país, de donde proviene casi la totalidad de las remesas que sostienen su economía.
El narcotráfico, un tema crucial
Precisamente, el presidente colombiano Iván Duque aseguró que espera que el país siga fortaleciendo una histórica “relación binacional, bipartidista y bicameral” con el nuevo presidente estadounidense.
Colombia es el principal aliado de Estados Unidos en Latinoamérica y el principal receptor de ayuda militar de Washington en la región, que utiliza principalmente para combatir el narcotráfico y a los grupos alzados en armas.
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En ese sentido, el mandatario colombiano valoró que ambos países tienen una relación diplomática de más de 200 años que “se hace cada vez más fuerte con objetivos comunes” como “la defensa de la democracia, la lucha contra el crimen trasnacional, contra el narcotráfico, contra el terrorismo”.
Sin embargo, varios expertos consideran que la política en la lucha para enfrentar el narcotráfico podría tener un cambio con la llegada de Biden a la Casa Blanca y esto podría tener una incidencia directa por los cultivos ilícitos que todavía existen a gran escala en países como Colombia.
Tensión política en Latinoamérica
La relación entre Estados Unidos y Latinoamérica también está marcada por el tema político, pero con especial fuerza frente a lo que sucede con Venezuela, Nicaragua y Bolivia.
De hecho, el líder opositor venezolano Juan Guaidó afirmó que trabajará “en alianza” con Biden para “lograr la libertad de Venezuela”.
Guaidó fue reconocido como presidente interino de Venezuela por el ya expresidente Donald Trump, el principal apoyo internacional con el que ha contado en su pulso con el mandatario venezolano, Nicolás Maduro.
“Seguiremos trabajando en alianza para defender la democracia y estabilidad de la región frente a la amenaza de la dictadura, lograr la libertad de Venezuela y elecciones libres”, aseguró Guaidó, quien agregó que “Estados Unidos es un aliado de la lucha por la democracia y lo han demostrado en cada acto de respaldo y respeto a nuestra gente”.
Mientras tanto, dos de los grupos de oposición más conocidos en Nicaragua, Coalición Nacional, y Unidad Nacional Azul y Blanco, le pidieron al nuevo presidente estadounidense mantener su posición contra el gobernante nicaragüense, Daniel Ortega, al que la disidencia considera un “dictador”.
En más de una ocasión Biden se ha pronunciado en contra de Ortega, a quien responsabiliza por la muerte de más de 300 personas desde el estallido social antigubernamental de 2018.
Por su parte, el Gobierno de Bolivia, cuya relación con EE.UU. ha estado en los últimos tiempos marcada por discrepancias hasta la ruptura de relaciones a nivel de embajadores, deseó que de ahora en adelante haya una cercanía “saludable y sostenible” en el que exista “el mutuo respeto y la complementariedad”.
La relación entre ambos países ha sido tensa desde la expulsión en 2008 del entonces embajador estadounidense Philip Goldberg, a quien el Gobierno del expresidente Evo Morales acusó de una supuesta conspiración, algo que Washington siempre negó.
Tras ese incidente mantuvieron relaciones únicamente a nivel de encargados de negocios hasta que en 2019 se designó a Walter Óscar Serrate como embajador de Bolivia en Estados Unidos.
Impulso de la economía
Latinoamérica también tiene grandes expectativas en el apoyo e impulso que pueda generar Biden en la economía regional, fuertemente golpeada por la pandemia del coronavirus.
De este modo, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, un férreo defensor de las políticas del saliente Donald Trump, a quien apoyó en su tesis de que hubo “fraude” en las elecciones en las que se impuso Biden, apostó por la “prosperidad” de ambos países y por la defensa de la Amazonía.
Igualmente, Argentina consideró urgente que Biden “respete a los organismos multilaterales” y que en su Gobierno “no se apueste a la desunión de nuestras naciones como en la etapa anterior” de Donald Trump.
Además de ser el tercer socio comercial de Argentina, detrás de Brasil y China, Estados Unidos es uno de los principales inversores extranjeros en el país y es el que mayor peso tiene en el directorio del Fondo Monetario Internacional (FMI), organismo con el que la nación suramericana negocia un acuerdo de refinanciación de deudas por unos 44.000 millones de dólares.
A su vez, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, indicó que Biden deberá “sanar el alma” de Estados Unidos y “fortalecer la amistad cívica”; mientras que el mandatario de transición de Perú, Francisco Sagasti, se declaró optimista frente a “un futuro de mayor cooperación, inversión y comercio”.
También, el presidente panameño, Laurentino Cortizo, vaticinó una era fértil para “la democracia y las relaciones productivas con América Latina”
Finalmente, Costa Rica resumió el clamor general de América Latina al pedir al nuevo presidente de Estados Unidos la “construcción de soluciones globales urgentes para un futuro próspero e inclusivo”, en las que se promueva el diálogo político, el impulso de las acciones de cooperación y las inversiones en los países de la Latinoamérica.