La aparición de una nueva pandemia obligó al mundo a actuar rápidamente para que la comunidad científica y los laboratorios no solo investigaran este nuevo virus sino que también desarrollaran tratamientos o vacunas efectivas para mitigar el impacto del COVID-19 en el planeta.
En ese sentido, este proceso requirió multimillonarias inversiones de los países y el sector privado dedicadas rápidamente a la investigación y la creación de vacunas para el COVID-19 en menos de un año y con un alto nivel de eficacia.
Grandes inversiones en todo el mundo
Los expertos han estimado que elaborar una nueva vacuna cuesta 1.000 millones de euros, solo con el proceso de desarrollo clínico y la construcción de una fábrica.
La especialista del sector para Boston Consulting Group, Marie Humblot-Ferrero, explicó que solo para financiar un estudio clínico de fase 3, el último antes de la comercialización, se necesitan miles de millones de euros que permitan llevar a cabo estas pruebas.
“Pero en el caso del nuevo coronavirus, ha habido una movilización sin precedentes de la industria, que nunca se había dado hasta ahora, lo que ha supuesto decenas de miles de millones de euros a nivel mundial”, indicó Humblot-Ferrero
Esta movilización financiera pasa por acuerdos bilaterales u organizaciones internacionales, y puede intervenir en varias etapas del desarrollo, ya sea para apoyar la investigación o para garantizar el suministro de la vacuna mediante precontratos.
Asimismo, las farmacéuticas también han venido realizando inversiones que les permita aumentar su capacidad de producción de vacunas ante una apremiante demanda mundial de dosis que se requieren en los próximos años.
Estados Unidos, el mayor financiador
Estados Unidos se posicionó muy pronto y de manera firme en el financiamiento a través de la operación ‘Warp speed’ (máxima velocidad), una iniciativa con la que se busca apoyar el desarrollo y la distribución de las vacunas y otros tratamientos.
Varios proyectos de vacunas fueron seleccionados como los más prometedores, y recibieron apoyos importantes. A partir de marzo, la estadounidense Johnson & Johnson recibió más de 450 millones de dólares, a los que se sumaron más tarde 1.000 millones por 100 millones de dosis de su posible vacuna.
En abril, Estados Unidos concedió cerca de 500 millones de dólares al laboratorio Moderna para financiar ensayos clínicos. En total, la empresa estadounidense recibió 2.500 millones de dólares de dinero público. Otra empresa estadounidense, Novavax, recibió 1.600 millones de dólares, por 100 millones de dosis.
Estados Unidos también prometió casi 2.000 millones de dólares a Pfizer y BioNTech, por la producción de 100 millones de dosis de su vacuna para el COVID-19.
Ver más: La esperanza de que las vacunas ayuden a poner fin a la pandemia ahora es real: OMS
Sin embargo, no solo fueron las farmacéuticas estadounidenses las que recibieron una inversión directa. Por ejemplo, AstraZeneca y la Universidad de Oxford obtuvieron 1.200 millones de dólares para su proyecto, a cambio de 300 millones de dosis.
Asimismo, el laboratorio francés Sanofi, con su socio británico GSK, recibieron 2.000 millones de dólares para 100 millones de dosis.
Sólo para las futuras vacunas, Estados Unidos aportó más de 10.000 millones de dólares. El país también ha invertido de forma masiva para garantizar la logística y la distribución.
La Unión Europea
La Unión Europea firmó precontratos con los laboratorios por casi 2.000 millones de dosis en total, si se tienen en cuenta las opciones por las dosis adicionales.
En concreto, la Comisión Europea reservó dosis con seis laboratorios, el último, con Moderna, para asegurarse hasta 160 millones de dosis de la vacuna.
Antes, lo había hecho con AstraZeneca y Johnson & Johnson (hasta 400 millones de dosis con cada uno), Sanofi-GSK (300 millones de dosis), Pfizer-BioNTech (300 millones de dosis) y el alemán CureVac (405 millones de dosis).
Según indicó recientemente una fuente europea, Bruselas destinó más de 2.100 millones de euros del erario público en estos preencargos -sin contar el de Moderna- pero la repartición de estas sumas es confidencial.
En relación con Estados Unidos, Europa parece haberse demorado, según varios dirigentes de laboratorios farmacéuticos, para quienes la burocracia administrativa del bloque ha ralentizado el proceso.
Otros acuerdos bilaterales
En medio de la apremiante necesidad para obtener una vacuna, otros países han establecido acuerdos directamente con los laboratorios, como Canadá, Israel o el Reino Unido, que encargó un total de 355 millones de dosis en siete laboratorios, sin precisar los montos.
Sin embargo, en medio de la pandemia también surgieron algunas iniciativas como la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI) que financia nueve programas para promover la investigación y el desarrollo de nuevas vacunas anti-COVID-19.
En total, a mediados de octubre, había recibido 1.300 millones de dólares, una suma procedente de los Estados o de donaciones privadas, como por ejemplo, la fundación Bill y Melinda Gates, la empresa Nestlé o el banco japonés Sumitomo Mitsui.
Asimismo, la alianza mundial para la vacunación (Gavi) que codirige en conjunto con la Organización Mundial de la Salud (OMS) el mecanismo COVAX, también busca garantizar la compra y distribución de vacunas no solo para los países ricos sino especialmente a los de menos ingresos.
A mediados de noviembre, la alianza había recibido 2.100 millones de dólares en promesas de donaciones. Entre los principales contribuyentes figuran los Estados, pero también donantes privados, como la fundación Bill y Melinda Gates (que dio más de 150 millones de dólares) o TikTok (10 millones de dólares).
De esta forma, el mundo ha movilizado millones de recursos sin precedentes para financiar el desarrollo de vacunas contra el COVID-19 y la OMS ha destacado que los resultados obtenidos recientemente han aumentado la esperanza de que estas dosis permitan controlar gradualmente la pandemia del coronavirus.
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