Los confinamientos y la parálisis de las actividades del planeta por el coronavirus redujeron en un 50 % las vibraciones sísmicas provocadas por los humanos durante los meses de marzo y mayo.
Así lo reveló un estudio liderado por el Observatorio Real de Bélgica en conjunto con otras instituciones en el mundo, con el que se pudo evidenciar que durante ese periodo se presentó una reducción considerable del ruido sísmico antropogénico global.
De acuerdo con el estudio, esta reducción fue causada por las medidas de confinamiento, distanciamiento social, la parálisis del transporte, el cierre de los servicios y la industria; siendo el periodo “tranquilo” más prolongado y pronunciado de ruido sísmico en la historia.
El coautor del estudio y docente del Departamento de Ciencias e Ingeniería de la Tierra de Imperial College, Stephen Hicks, resaltó que estos datos revelan la forma como las actividades humanas afectan a la Tierra.
“Nuestro estudio podría permitirnos ver más claramente que nunca lo que diferencia el ruido humano y natural. Este período tranquilo es la amortiguación más larga y más grande del ruido sísmico causado por el hombre desde que comenzamos a monitorear la Tierra”, explicó Hicks.
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Precisamente, estas reducciones se pudieron establecer a través de sismómetros en donde se lograron registrar las disminuciones en las zonas más densamente pobladas en el mundo como Nueva York y Singapur.
“Aunque 2020 no ha visto una reducción en los terremotos, la caída del ruido sísmico causado por los humanos no tiene precedentes”, reseña la investigación.
De acuerdo con los expertos, generalmente la reducciones de las vibraciones sísmicas se presentan en periodos más tranquilos como la Navidad, el Año Nuevo, así como durante los fines de semana y la noches.
Los investigadores recopilaron información de una red global de 268 estaciones sísmicas distribuidas en 117 países del planeta para poder comparar los cambios significativos de las vibraciones sísmicas provocadas por los humanos y sus actividades.
En las últimas décadas, el ruido sísmico ha aumentado gradualmente a medida que las economías y las poblaciones han crecido y aumentado sus actividades.
“Los cambios drásticos en la vida diaria causados por la pandemia han brindado una oportunidad única para estudiar sus impactos ambientales, como la reducción de emisiones y la contaminación, así como la oportunidad de escuchar las vibraciones naturales de la Tierra sin las distorsiones del aporte humano”, reseña el estudio.
Los autores del estudio esperan que su trabajo permita realizar más investigaciones sobre el bloqueo sísmico, así como encontrar señales previamente ocultas de terremotos y volcanes en el planeta.
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