El Tratado de Prohibición de Armas Nucleares de las Naciones Unidas entró oficialmente en vigencia luego de ser negociado y aprobado en 2017 en el mundo, por lo que ya ha sido ratificado por medio centenar de países pero sin la participación de las potencias atómicas y de organizaciones como la OTAN.
“El tratado representa una etapa importante en el camino hacia un mundo exento de armas nucleares y da fe del apoyo resuelto que provocan las iniciativas multilaterales de desarme nuclear. Se trata del primer tratado multilateral de desarme nuclear sellado en más de veinte años”, indicó el secretario de la ONU, Antonio Guterres.
En ese sentido, la ONU ha resaltado que se trata del primer tratado multilateral de desarme nuclear aprobado en más de dos décadas y en el que los firmantes se comprometen a no desarrollar, adquirir, almacenar, usar o amenazar con usar armas nucleares u otros dispositivos explosivos nucleares.
El documento incluye además procedimientos para que los países con armas nucleares que quieran sumarse declaren y destruyan sus arsenales nucleares.
Actualmente, de los más de 120 Estados que participaron en la aprobación, 86 han firmado el documento y 51 han finalizado su ratificación, entre ellos muchos latinoamericanos.
Los impulsores del tratado admiten que no es probable que ninguna potencia atómica se una pronto, pero confían en que la nueva norma contribuirá a la larga a aumentar la presión para que se deshagan de sus arsenales.
“Las armas nucleares constituyen una amenaza creciente y el mundo debe adoptar medidas urgentes para eliminarlas y evitar las consecuencias catastróficas de su uso para la humanidad y el medio ambiente. La eliminación de las armas nucleares sigue siendo la máxima prioridad de la ONU”, indicó Guterres.
A pesar de que este tratado es una buena noticia para el mundo, todas las potencias nucleares boicotearon las negociaciones del acuerdo como los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (EE.UU., Reino Unido, Francia, China y Rusia), así como el resto de países que se sabe que disponen de bombas atómicas (Corea del Norte, Pakistán, la India e Israel).
Tampoco participaron en las negociaciones los miembros de la OTAN, con la excepción de Holanda, que sí lo hizo pero no se ha sumado al Tratado.
Varios de esos Estados tienen armas nucleares estadounidenses estacionadas en su territorio y la Alianza Atlántica, como organización, se opone al instrumento y defiende que no dará lugar a la eliminación de “una sola arma” nuclear por la ausencia de las potencias y la falta de mecanismos de verificación.
Incluso sin la firma de los principales poseedores del arma atómica, los militantes a favor de su abolición esperan que el tratado estigmatice a esas naciones y las empuje a cambiar de mentalidad.
El mundo tiene nueve potencias nucleares: Estados Unidos y Rusia, que poseen el 90% del arsenal atómico del planeta, a los que se suma China, Francia, Reino Unido, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte.
La mayoría de ellos afirma que sus arsenales sirven de disuasión y aseguran respetar el Tratado de No Proliferación, que busca impedir la diseminación de las armas nucleares a otros países.
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El Papa Francisco celebró la entrada en vigencia de este acuerdo e instó a los países faltantes a sumarse con el objetivo de que el mundo pueda progresar en un escenario de paz.
“Aliento enérgicamente a todos los Estados y a todas las personas a trabajar con determinación par promover un mundo sin arma nucleares, contribuyendo a que progrese la paz y la cooperación multilateral que tanto necesita la humanidad hoy en día”, indicó el Papa.
El director general del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Robert Mardini, indicó que a pesar de la ausencia de las potencias nucleares de este compromiso, el tratado representa uno de los mayores avances para prevenir ataques nucleares intencionales o accidentales.
“Este tratado ofrece la esperanza de un mundo sin armas nucleares y se convierte en una regla que señala, por primera vez, que su uso es ilegal. En el mundo existen actualmente más de 13.000 ojivas nucleares y miles de ellas están en estado de alerta máxima, lo que significa que solo se necesita una decisión, un par de segundos, para apretar un botón y provocar un desastre”, manifestó Mardini.
Precisamente, el CICR estuvo al frente junto con la Cruz Roja japonesa en el rescate y atención de las víctimas de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, hace 75 años, así que conoce de primera mano las consecuencias humanitarias devastadoras que tiene el uso del armamento nuclear.
“Hasta la actualidad hay hospitales en Japón que tratan a pacientes de cáncer porque estuvieron expuestos a la radiación durante esos ataques”, resaltó Mardini.
El principal argumento de los poseedores de armas nucleares para negarse a firmar el tratado es que se trata de un medio de disuasión frente a sus enemigos, un argumento que los impulsores del tratado refutan.
“La realidad es que siempre que existan armas nucleares existirá el riesgo de que sean utilizadas y esto es irrefutable. Si se quiere tener un planeta seguro esas armas deben desaparecer”, dice Mardini.
De acuerdo con el experto, los riesgos sobre este tipo de escenarios son reales y uno de ellos es el de un ciberataque, que podría provocar errores fatales que no respetaría fronteras y desencadenaría un desastre en el planeta.
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