La pandemia del COVID-19 está azotando con más fuerza a Suramérica con un repunte de casos en Chile, Paraguay y Uruguay y un récord de muertes en Brasil, lo cual ha hecho que el continente sea el foco del coronavirus a nivel mundial.
A pesar de que las expectativas están puestas en las vacunas, lo gobiernos han tenido que tomar nuevas medidas para tratar de controlar y evitar una nueva ola de contagios como la que sacude a varios países de Europa.
“La pandemia es particularmente grave en América del Sur, donde se reporta que la infección va en aumento en Chile, Paraguay y Uruguay, mientras el virus sigue extendiéndose peligrosamente en todo Brasil”, advirtió Carissa Etienne, directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reportado que el mundo ha superado los 124 millones de contagios y las 2.7 millones de muertes, siendo América la zona más afectada con 54,3 millones de casos, mientras que en Europa se registran 43 millones de casos.
Del total continental, Latinoamérica registra 23,7 millones de contagios y casi 750.000 muertes, siendo Brasil el país más afectado no solo a nivel regional sino también mundial con un nivel de contagio que tiene al borde del colapso los sistemas sanitarios.
La variante brasileña
El recrudecimiento de la pandemia en Brasil, con récord de muertos y el sistema sanitario al límite, se ha extendido al resto de Suramérica poniendo en jaque incluso a Uruguay, considerado hasta ahora un ejemplo de contención del COVID-19.
“Lamentablemente, la terrible situación de Brasil también está afectando a los países vecinos. “Es crucial agudizar las medidas”, indicó la OPS al advertir que lo que ocurre en el gigante suramericano puede tener graves consecuencias en la contención de la pandemia y afectar a los países vecinos.
Precisamente, la circulación masiva de la cepa brasileña o P.1, una mutación del COVID-19 mucho más virulenta, sería la causa del incremento de la incidencia del virus en Brasil y en varios países de la región.
Tras detectarse en la ciudad amazónica de Manaos a finales de 2020, muchos países cerraron el paso por aire y tierra a viajeros provenientes de Brasil en un intento de frenarla. Sin embargo, tres meses después, la variante ya ha sido identificada en 32 países y territorios de las Américas.
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De hecho, Brasil, que solo es superado por Estados Unidos en el número de fallecidos y contagiados, pasó la cifra de las 300.000 muertes desde que se conoció el primer deceso por el virus el 26 de febrero del 2020.
El aumento de los contagios y las muertes tiene a gran parte de Brasil al borde de un colapso hospitalario, ya que en 25 de los 27 estados la tasa de ocupación de las unidades de cuidados intensivos (UCI) supera el 80 %, y provocó una preocupante escasez de oxígeno y medicinas necesarias para intubar a los pacientes.
La crítica situación de los hospitales obligó a las autoridades de diferentes municipios y regiones del país a adoptar estrictas medidas de restricción de la movilidad para intentar contener el avance del virus y reducir la presión sobre el sistema sanitario.
Tras la revelación de la cifra, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, mostró un tono diferente frente al COVID-19, a la que hace algunos meses llamó “gripecita”, y convocó a un “pacto nacional” para combatir el virus.
El nuevo ministro de Salud de Brasil, Marcelo Queiroga, también pidió un “voto de confianza” y se comprometió a enfrentar el COVID-19 con “prácticas científicas”, algo a lo que el mismo Bolsonaro le ha restado importancia.
Suramérica, foco de preocupación
La OPS advirtió que es particularmente grave lo que viene ocurriendo en Suramérica, donde no paran de crecer las cifras de muertes y contagios en países como Chile, Paraguay y Uruguay, además de la grave situación que atraviesa Brasil.
“En Paraguay, la mayoría de las camas de las unidades de cuidados intensivos están ocupadas y el sistema de salud se está viendo afectado por esta presión”, aseguró la OPS ante una situación que ha generado múltiples protestas en las calles de Asunción contra el manejo que el Gobierno paraguayo le ha dado a la pandemia.
La alerta en Suramérica también incluye a Venezuela, donde “las infecciones crecen, particularmente en los estados fronterizos de Bolívar y Amazonas”,
Por su parte, en Bolivia se ha informado de un incremento de casos en el departamento de Pando y la ocupación de camas en unidades de cuidados intensivos continúa siendo muy alta en Loreto (Perú).
A pesar de la compleja situación, en América se han aplicado más de 155,8 millones de dosis de vacunas, incluidas las entregadas a través del mecanismo global COVAX liderado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Sin embargo, siguen presentándose dificultades en el proceso de inoculación en los países no solo por la disponibilidad de vacunas sino también por los planes de vacunación que han diseñado los gobiernos.
Chile vive la agridulce experiencia de liderar a nivel mundial la vacunación -junto a Israel- y al mismo tiempo sufrir un brutal repunte de la pandemia, que tocó un nuevo máximo al superar los 7.000 contagios diarios.
“Son fenómenos que corren por carriles totalmente distintos. El impacto de la vacuna para la población de mayor riesgo todavía no se ve, porque para la población de riesgo su segunda dosis recién fue administrada”, indicó Darwin Acuña, presidente de la Sociedad Chilena de Medicina Intensiva.
De acuerdo con el experto, el efecto real de protección se podría ver para mediados de abril y por eso se espera que la ocupación de camas de cuidado intensivo empiece a registrar una disminución.
A pesar de los avances de la vacunación, el incremento de contagios obligó a Chile a decretar un confinamiento obligatorio para el 70% de su población, mientras que para el fin de semana, cuando rige un toque de queda, esa medida encerrará al 90% de los chilenos.
De esta forma, la incidencia de la pandemia por COVID-19 en Suramérica ha generado preocupación debido a la amenaza de la circulación de la cepa brasileña que ha demostrado ser más contagiosa por lo que los países tendrán que retomar nuevamente medidas restrictivas para tratar de evitar un colapso hospitalario y un incremento en las cifras de muertos.
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