El coronavirus frustró las esperanzadas fiestas de “quince” de miles de niñas en América

Uno de los momentos más esperados para las niñas de América Latina son las fiestas de quince años, las cuales también se han visto frustradas por cuenta de la pandemia del coronavirus en la región.

Esta es una de las celebraciones más importantes para cualquier familia latina y que se ha venido heredando durante varias generaciones para festejar esta importante etapa de la vida de una mujer.

En ese sentido, miles de niñas han visto como la pandemia arrebató la ilusión de celebrar sus quince años que durante meses se estuvieron planificando para realizar la fiesta más inolvidable de sus vidas.

Estas grandes celebraciones y eventos tuvieron que ser suspendidos debido a los rigurosos confinamientos que han sido impuestos en algunos países de la región y ante las medidas de distanciamiento social para enfrentar el coronavirus.

El tradicional baile del vals, las compras o alquileres de vestidos, así como las reservas de salones han tenido que cancelarse y posponerse hasta nueva orden, al menos hasta que las autoridades vean un mejor panorama para levantar algunas restricciones.

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De esta forma, el 2020 se convertirá en un año para el olvido para las niñas nacidas en el año 2005, pero las menores de 2006 también cruzan los dedos para que durante el 2021 puedan vivir este esperado momento.

Lo cierto es que estas niñas han tenido que superar el mal trago de la cancelación de sus fiestas, que para algunas ocurrió a pocos días u horas de la celebración, pero que también se ha dado en uno de los momentos más complejos de la historia que ha vivido la humanidad

“Me puse mal, porque fue un día antes, pero por suerte estaba en el colegio y mis amigos estaban ahí para apoyarme y me consolaron, y también los profesores”, indicó Mía Minutillo, una niña argentina que mientras hablaba sacaba con cuidado el vestido blanco de perlas que luciría y que desde mediados de marzo cuelga en el armario.

Por su parte, Verónica Rivero, madre de esta menor, asegura que es consciente de que esto no solo se ha pasado a su hija sino a las “quinceañeras de todo el mundo”, pero todavía es optimista de poder celebrarle la fiesta si el panorama del coronavirus tiende a mejorar en los próximos meses.

Sin embargo, con el paso de la historia este ritual se arraigó también en las clases populares de América hasta convertirla en una de las celebraciones más importantes para un familia.

Las familias invierten mucha energía y dinero para darle a sus hijas la mejor fiesta de sus vidas, por lo que ha menudo comienzan a ahorrar desde que la hija es pequeña o se endeudan porque la ocasión amerita “tirar la casa por la ventana”.

“Pensé que este año iba a ser mi año, iba a poder celebrar mis 15 años, iba a tener mi fiesta en grande”, cuenta Valeria Halit Carreño una niña que asegura que sintió “una mezcla entre amargura y tristeza” por la cancelación de su fiesta.

Sin embargo, los padres reconocer que todavía no saben si en lo que resta del 2020 podrán reunir a los 170 invitados de los quinceaños de su hija. Por ahora, se conformaron con un encuentro a través de la plataforma Zoom en donde realizaron una videoconferencia con las personas más cercanas y realizaron el tradicional baile del vals en “pijama”.

Por su parte, Eréndira Sánchez también confiaba en que le ganaría al revuelo del nuevo coronavirus en México pero ahora solo siente “nostalgia” y “una pequeña depresión” por tener que cancelar su celebración.

Su padre, Eduardo Sánchez, asegura que pese a que ya perdieron dinero con la cancelación de la fiesta, están dispuestos a asumir el gasto adicional para “reintentarlo el año que viene, porque lo más importante es la ilusión que ella tenía”.

“Los jóvenes de estas generaciones están viviendo inseguridad, están viviendo la pandemia, están viviendo cosas muy fuertes”, reconoció María Zenaida Miranda, madre de esta niña mexicana.

De esta forma, la pandemia del coronavirus frustró la celebración de los tradicionales quinceañeros en los países de Latinoamérica y se espera que cuando el mundo retorne a la “normalidad” puedan reprogramar sus fiestas y cumplir el sueño de las niñas, aunque ya sea un poco tarde.

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