La policía y los manifestantes se enfrentaron en varias ciudades de España, por quinta noche consecutiva, en medio de las protestas en defensa del rapero Pablo Hasél, quien fue encarcelado por los delitos de enaltecimiento del terrorismo e injurias a la Corona española.
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Los disturbios se desarrollaron principalmente en distintos puntos de la región de Cataluña, de donde es originario el rapero. También hubo altercados entre la policía y manifestantes en Valencia y Valladolid, en el este y centro de España respectivamente.
Además de los destrozos, las manifestaciones se saldaron con al menos cuatro detenidos, según informaron fuentes policiales.
Ada Colau, alcaldesa de Barcelona rechazó los destrozos ocasionados y condenó los actos de vandalismo ocurridos en toda la ciudad y mostró su apoyo a las fuerzas de seguridad.
“Defender la libertad de expresión no justifica en ningún caso destrozar todo tipo de mobiliario, asustar a vecinos, perjudicar comercios afectados por la crisis o atacar medios de comunicación”, comentó Colau.
“Todo el apoyo a las fuerzas de seguridad y servicios de emergencias que trabajan para evitar males mayores”, agregó la mandataria de Barcelona.
Hasél fue condenado a nueve meses de prisión por enaltecimiento del terrorismo e injurias a la Corona, faltas que se encuentran tipificados por del Código Penal español como “delitos de expresión “y serán modificados próximamente por el Ejecutivo socialista de Pedro Sánchez.
En medio de esta situación, organizaciones como Amnistía Internacional, que considera la condena de Pablo Hasél como “desproporcionada” solicitó la reforma urgente del Código Penal: “Nadie debería ser condenado penalmente por tuitear o cantar algo desagradable o escandaloso”, explicó la organización en sus comunicados.
Los ciudadanos alegan en las calles que la condena del rapero es injusta y ha desatado la indignación por distintos problemas sociales que enfrenta el país.
“Detrás hay un problema mucho mayor de libertad de expresión, precariedad laboral, problemas de acceso a la vivienda, que lleva a la juventud al límite”, denunció Josep María Arnal, un jubilado de 69 años.
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“Yo no conozco a Hasél, el rap me ha pillado mayor, pero no se trata de si me gusta o no, tiene libertad para decirlo y no acabar entre rejas, eso debería ser libertad de expresión”, recalcó.
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