Latinoamérica es una de las regiones más afectadas por la pandemia del COVID-19 y en los próximos meses tendrá que enfrentar un enorme reto no solo para conseguir las vacunas sino también para distribuirlas.
Con regiones recónditas e impenetrables; ciudades y pueblos en la miseria y sin servicios básicos; selvas tropicales, alta montaña, desierto, fenómenos naturales devastadores y unas economías duramente golpeadas, América Latina tienen un conjunto de circunstancias que no facilitarán la vacunación contra el coronavirus.
A este complejo escenario se suma la desconfianza que genera la vacuna contra el coronavirus entre algunos sectores, producto de la desinformación, lo cual también podría ser un obstáculo con el objetivo de inmunizar a la población.
“El transporte a los sitios más alejados de las grandes ciudades y a barrios periféricos, con la conservación de la cadena de frío para la vacuna será el primer reto, pero también contar con recursos humanos capacitados para el manejo adecuado de las vacunas”, indicó el epidemiólogo colombiano Carlos Trillos.
La región ya experimentó el reto de lo que será la campaña de vacunación tratando de llevar los cuidados y medidas contra el coronavirus a los tres millones de indígenas en la Amazonia, un territorio de 7,4 millones kilómetros cuadrados, casi siete veces el tamaño de España.
El subdirector de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Jarbas Barbosa, reconoció que mientras el mundo festeja los primeros resultados exitosos de los ensayos de algunas vacunas, los gobiernos de la región buscan finiquitar planes para inmunizar a la mayoría de sus habitantes, un proceso que será “desafiante y costoso”.
Unos 12,5 millones de los 630 millones de latinoamericanos se han infectado de coronavirus y al menos 435.000 han muerto, un tercio del total de las víctimas mortales de la pandemia del coronavirus en el mundo, según un balance realizado por la agencia AFP.
Es decir, que Latinoamérica requeriría más de 1.000 millones de dosis para lograr una inmunización en su población, una cifra que tendrá que conseguirse paulatinamente ante la alta demanda de los países en donde los más ricos son los que tienen la ventaja de asegurar las primeras dosis.
La OPS espera distribuir vacunas en la región entre marzo y mayo de 2021 a través del Covax, un mecanismo implementado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para garantizar un acceso equitativo en una carrera en la que las naciones emergentes tienen las de perder.
Todos los países de América Latina y el Caribe han suscrito su interés en adherirse al Covax, aunque algunos carecen de capacidad para comprar las vacunas para el coronavirus.
Sin embargo, este instrumento solo garantizará dosis para vacunar entre un 10% y 20% de las poblaciones, por lo que muchos gobiernos han firmado acuerdos bilaterales con laboratorios y firmas biotecnológicas para tener las dosis faltantes.
La vacuna se administrará de forma gratuita. En una primera fase, las campañas se destinarán a profesionales de la salud, trabajadores esenciales y, en algunos casos, personas mayores o con condiciones que generen mayor riesgo de desarrollar formas graves de COVID-19.
Justo cuando experimentan contracciones históricas por el impacto de la pandemia, las economías latinoamericanas han tenido que destinar importantes sumas de dinero a esas precompras de vacunas.
Países de menores ingresos como Bolivia, Haití, Guyana y varias islas del Caribe apuestan a su condición de elegibles por el Covax para recibir vacunas sin aportar fondos; así como El Salvador, Honduras y Nicaragua, fuertemente afectados por el paso de los huracanes Iota y Eta.
Las últimas proyecciones del Covax estiman que vacunar al 20% de la población de Latinoamérica costará más de 2.000 millones de dólares.
Los expertos y las autoridades han reconocido que almacenar y distribuir las vacunas se perfila como el principal obstáculo en esta maratónica labor de vacunación que se realizará en los próximos meses.
Entre las vacunas que lideran la carrera, las de Pfizer/BioNTech requieren mantenerse conservadas a unos 70°C bajo cero, lo que restringirá su administración a las grandes urbes.
“Mantener la cadena de frío es un desafío para todos los países. Pero hay más de 100 vacunas en desarrollo (…) las otras que están más cerca de concluir los ensayos clínicos utilizan la misma cadena de frío que los países ya utilizan en rangos de -15°C a -25°C o de 2° a 8°C”, indicó Barbosa.
Por ejemplo, Argentina ya ha firmado acuerdos que le garantizan hasta ahora la vacuna para 28 de sus 44 millones de habitantes y desplegará a las Fuerzas Armadas para encargarse de la logística de la operación, que podría hacerse en los centros de salud o escuelas.
De esta forma, los países buscan conseguir y firmar acuerdos directos con las farmacéuticas que les permita garantizar dosis para empezar la vacunación, principalmente, en el primer semestre de 2021.
Sin embargo, la producción de vacunas será limitada ante la gran demanda que requiere el mundo y gran parte de la población tendrá que esperar hasta el 2022 para recibir la vacuna.
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