Peter Mutabazi es un hombre de 49 años que está transformando las vidas de muchos niños: él solo ha acogido a 34 menores, adoptó a uno y espera ayudar a muchos más.
¿Su objetivo? Transformar la vida de estos pequeños ayudándolos a surgir, así como servir de inspiración y ejemplo para otros hombres sobre la responsabilidad de ser padres.
“Realmente quiero inspirar a otros”, dijo en un mensaje antes del Día del Padre en entrevista con People. “Hombres, tenemos la responsabilidad de estar en la vida de los niños. No es un trabajo solo para mamás”.
En la actualidad, el hombre tiene seis hijos, incluido su hijo adoptivo Anthony, de 17 año; mientras que en el hogar temporal que él mismo creó para otros niños ha acogido a otros; uno de nueve años, dos de ocho, uno de siete y otra de 21 meses. Todos ellos viven con él en su casa en Charlotte, Carolina del Norte (EE.UU.).
“Quiero cambiar la narrativa”, expresó. “En realidad, hombres, podemos ser padres de niños que nos necesitan. De los 34 niños que he [criado], me di cuenta de que ninguno de ellos había dicho nunca: ‘Ojalá tuviéramos una madre’. Nadie ha dicho eso. ¿Por qué? Porque nadie ha tenido nunca un padre”.
Mutabazi, quien es originario de Kabale, Uganda, un pequeño pueblo en la frontera con Ruanda, en África oriental, tuvo una infancia sufrida. Según su propio testimonio, era el mayor de cinco hermanos y solo podía comer cada dos días. Para ese entonces, mucho niños del lugar morían de desnutrición o malaria cuando tenían dos años
Bajo esa precaria situación, con apenas 10 años de edad decidió huir en busca de una nueva vida. Así que se fue a una estación de autobuses y compró un boleto a Kampala, una ciudad a unas 300 millas de distancia. “Nunca quise que mi padre me encontrara. Pensé que él me mataría”, dijo.
Ya en ese nuevo lugar, recordó que tuvo que vivir en las calles durante cuatro años, pero fueron justamente las calles las que le permitieron conocer a un hombre que se convertiría en su ángel de la guarda, o como él mismo describe, su padre adoptivo.
El hombre inscribió a Mutabazi, en un internado. “Eso cambió mi vida”, contó.
Ya de adulto pensó en ahora ser él quien le brindara una oportunidad a otros niños, así que indagó sobre la posibilidad de adoptar a un niño de África, sin embargo, pese a su buena intención, esto no sería posible porque era soltero.
Pero más tarde, durante un safari con un pastor de Texas que le mostró fotos de sus hijos adoptivos, le contó sobre los hogares de crianza temporal en Estados Unidos.
“Se encendió la bombilla. ‘Este es mi sueño'”, pensó en ese momento. “Estos son los niños a los que realmente me gustaría ayudar, porque yo era uno de ellos”.
Con la idea ya en mente y el anhelo de cumplir su seño, el hombre se puso a investigar los requisitos para saber si calificaba para ser padre de crianza en los Estados Unidos, donde más de 117.000 niños y adolescentes necesitan hogares permanentes, según AdoptUSKids.org.
El sueño de ser padre le apasionaba. Así que en 2015 fue hasta una agencia de acogida en Denver, en el estado de Colorado, y preguntó si podía ser mentor de niños de acogida.
Pero su trabajo de investigación no se limitó a eso. Mutabazi comenzó a leer libros para padres y continuó explorando sus opciones después de mudarse de Denver a la ciudad de Oklahoma, donde inició una nueva carrera vendiendo casas.
Esta nueva oportunidad laboral no le exigía viajar tanto y tendría horarios más flexibles, que era todo lo necesario para poder embarcarse en el plan de ser un padre abnegado. “Quería ser padre a tiempo completo”, expresó.
Fue en 2017 cuando su perseverancia tuvo resultados. En ese año el hombre se convirtió en padre adoptivo autorizado y su primer hijo adoptivo se mudó a su casa. “Era el niño más rubio que he visto en mi vida”, dijo. Al principio, Mutabazi asumió que el trabajador social había cometido un error al poner al niño bajo su cuidado. “Le dije: ‘Estás en la casa equivocada. Creo que tienes una confusión'”.
Sin embargo, la experiencia le demostró que cualquier niño pueden podría ser vulnerable de estar en hogares de guarda. “Son todos niños”, dijo sobre los que necesitan un hogar. “Al ser un padre adoptivo, tengo que dar la bienvenida, abrazar y amar verdaderamente a cada niño que llega”.
Seis años más tarde, Mutabazi es padre adoptivo de 34 niños, de ellos, uno es nativo americano, tres son latinos, nueve son negros y 19 son blancos, diversidad que él aprecia. “Mis hijos son mi familia”, dice. “Nunca piensan en mí como un padre negro, solo me conocen como papá”.
A esta historia ya conmovedora, el hombre relató cómo se convirtió en padre adoptivo de Anthony. Luego de una dolorosa despedida de dos hermanos que vivieron con é durante más de un año, Mutabazi decidió que era momento de tomarse unos meses de descanso.
En esa misma semana su trabajador social le pidió que se llevara a un niño de 11 años solo por el fin de semana, pero según cuenta él mismo, a los 20 minutos de estar en la casa de acogida, Anthony le preguntó: “¿Puedo llamarte papá?”.
El pequeño venía de una historia lamentable. Con apenas un año y medio cayó en custodia protectora y a sus cuatro años una familia lo adoptó, pero cierto día sus padres adoptivos lo llevaron al hospital, cedieron sus derechos de paternidad y se fueron. “No se despidieron”, contó Mutabazi.
La historia de Anthony y su expreso anhelo por llamarlo papá lo hizo entender que se trataba de una señal.
“No podía entender cómo otro ser humano puede hacerle eso a un niño”, comentó Mutabazi, quien decidió decirle a Anthony que estaba en casa. “Literalmente, de inmediato, supe: ‘Este es mi hijo'”.
La adopción legal de Anthony sucedió el 12 de noviembre de 2019. “Fue una alegría”, señaló Mutabazi. “Para él, siempre he sido papá desde el primer día. Sabía que estaba allí para siempre”.
En su camino como padre adoptivo Mutabazi ha tenido que enfrentar algunos retos, entre ellos, las diferencias raciales, ya que la mayoría de los niños que están en el centro de acogida son blancos. Incluso, contó que se ha sentido en la necesidad de llevar copias de su papeleo de adopción y crianza a donde quiera que vaya. “A veces vamos al supermercado y alguien llama a la policía”, comentó.
En otra ocasión, relató, una mujer lo acusó de haber secuestrado a uno de los niños mientras que él lo calmaba a las afueras de un restaurante. Pero además, estas situaciones las ha vivido cuando lleva a los niños a sus consultas médicas en las que los propios doctores les preguntan a los pequeños sobre dónde están sus padres, quién es él, o si vienen los padres de los niños.
Sin embargo, asegura que esto no le afecta a él ni a los niños, quienes no se reconocen como blancos o negros, sino como la familia que son.
“No me afecta (…) Mi objetivo es ser un ancla para los niños. No voy a dejar que la ignorancia de otra persona me quite esa alegría o esa misión”, manifestó.
“Desde el principio, cuando iba a clases [para padres adoptivos], otros padres me miraron [y dijeron], ‘¿Dónde está tu esposa? No puedes estar aquí por tú mismo.’ Mi viaje es para mí cambiar la narrativa de lo que la gente piensa de la familia”, agregó.
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