La inspiradora historia de Andrea, una niña que vende dulces en la calle en Ecuador, se volvió viral en las redes sociales, cuando se supo que la pequeña habla cuatro idiomas.
El video en cuestión fue grabado por una mujer que fue a ponerle gasolina a su automóvil a una estación en la localidad de Portoviejo, y la niña se le acercó a venderle dulces. Al intercambiar los saludos, la mujer, que es originaria de Francia, detecto un acento francés, y le preguntó de dónde lo había sacado.
Comenzaron a hablar, y Andrea le dijo que sabía francés, ruso y un poquito de italiano, además del español, lo que dejó a su interlocutora sorprendida.
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Andrea pertenece a una familia de artistas de circo, y aprendió estos idiomas viajando por Europa. Asegura que es fluida en francés, español y ruso y se defiende en italiano.
Una niña con talento
Para comprobar su testimonio, la mujer le pidió a la niña que cantara y, en efecto, pudo ver que lo hacía muy bien. Para ayudarla, le compró toda la caja de dulces, por la que le pagó mucho más de lo que valía.
Emocionada, la niña se 6 años dijo que su meta era ahorrar para poder comprar una casa para vivir con su familia.
Al compartir el video, la gente pronto comenzó a organizarse para buscar a la niña y brindarle ayuda, ya que ningún niño de esa edad debería estar trabajando y menos en un ambiente inseguro como la calle.
Andrea aseguró que no estudia, pero que quiere hacerlo, para poder ir a la universidad y graduarse de veterinaria.
Pero Andrea no es la única niña que vende dulces en la calle. De acuerdo a Unicef, los niños son una población vulnerable que debe ser cuidada.
“En la población indígena, niños y niñas entre 5 y 14 años, la incidencia de trabajo infantil alcanza el 26%, y en el caso de la población adolescente el 39%. En la población afroecuatoriana entre 5 y 14 años, la incidencia de trabajo infantil alcanza el 4%, y para los adolescentes afroecuatorianos es del 15%”, señalan.
El caso de Andrea es solo uno entre miles de pequeños que necesitan protección y que se encuentran en una situación precaria después de que sus familias perdieran su sustento por la pandemia.
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