Siempre hemos escuchado que los seres humanos somos más que un cuerpo físico que funciona con la ayuda de los órganos, pues también tenemos un alma que incluso trasciende después de la muerte. En algunas teorías espirituales se trata de una sustancia inmaterial que habita dentro de nosotros, mientras que en el lenguaje popular hace referencia al mundo interior. Independientemente del concepto que le demos son muchas las personas que podrían estar padeciendo los síntomas del alma perdida.
Tanto en los mitos como en las leyendas, el alma perdida se refiere a un espíritu sin cuerpo, que se encuentra condenado a vagar por toda la eternidad, hasta que pague sus culpas. Pero, cuando lo hablamos en términos cotidianos, se trata de ese desinterés por las cosas comunes que a otras personas les hacen felices.
¿Qué es el alma perdida?
Aunque oficialmente al alma perdida no se le ha dado una categoría específica, algunos psicólogos han trabajado bajo estos conceptos. Cabe destacar que no se trata exactamente de personas deprimidas o ansiosas, sino más bien que parecen haber perdido la conexión con ellas mismas y su mundo interior.
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Síntomas del alma perdida
Las personas que experimentan las consecuencias del alma perdida, se identifican gracias a estas cuatro características:
- Actúan a la defensiva: una persona con alma perdida vive con miedos profundos, esto las lleva a interponer grandes barreras que impiden conocerlas. Pero, el problema radica en que ni ellas mismas se conocen lo suficiente, ya que el miedo es mucho más grande de lo que podrían desear.
- Los errores son repetidos con frecuencia: llegan a enfrentar varias veces las mismas situaciones difíciles y cometen los errores que juraron no repetir.
- Su mentalidad es más cerrada: cuando una persona tiene el alma perdida sus creencias e ideas le resultan inamovibles. La realidad es que se trata de un escudo para defenderse del exterior y por lo tanto se negaran a revaluar las cosas.
- Sienten que no pertenecen a ningún lugar: como si siempre fueran extranjeros aunque estén en su propia casa. Por lo tanto no se sienten cómodos en ningún espacio, tampoco forman parte de grupos de amigos, así que buscan enfocarse solo en el trabajo o aficiones que llenen su vida.
La pérdida del alma en el chamanismo
De acuerdo a la sabiduría chamanica no se trata de almas pérdidas, se trata de pérdida del alma. Aunque suena similar no representa lo mismo. Lo que caracteriza perder el alma es la sensación de no ser uno mismo, al tiempo que algunas partes de nuestro ser se encuentran ocultas o no sabemos donde están.
Las personas con el alma perdida, disminuyen su energía y vitalidad por las cosas cotidianas. Además de una fuerte sensación de vacío y ansiedad que generalmente está acompañada por depresión o fatiga.
Además de experimentar las siguientes características:
- Sentirse confuso
- Sensación de bloqueo
- Decepción por la vida
- Cualquier tipo de adicciones
- Se ven así mismo como extraños
- Cansancio constante
- Se alejan de otros por temor a ser lastimados
- Quieren cambiar pero no pueden hacerlo
La importancia de encontrarnos con nosotros mismos
Claro que nadie quiere convertirse en un alma perdida, esto sucede y ni siquiera nos damos cuenta cuando fue. Muchas veces esto ocurre porque no sabemos reconocernos, ni tenemos a alguien que lo haga. En general es un papel que ejercen los padres cuando somos niños, pero a veces esa figura no está o se niegan a darnos reconocimiento porque algo se lo impide. Entonces todo esto nos impide de adulto ver lo grande que somos.
Cuando no hay reconocimiento comienzan a aparecer los muros entre nosotros y el mundo exterior. Sin darnos cuenta que no se trata de un alma pérdida, sino oculta detrás de mecanismos de defensas y posturas que según lo que aprendimos nos van a proteger, aunque no sea así.
Pero llega el momento en que emprender un camino de regreso a nosotros mismos es indispensable para vivir tranquilos. Puede ser una tarea difícil, pero no imposible. Poco a poco y reconociendo nuestro valor, el alma perdida volverá a nosotros con más ganas que antes de comerse el mundo.
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