Los trabajadores de la limpieza se juegan la vida en los hospitales de México. Su función es desinfectar áreas críticas, recoger material infeccioso, lavar miles de sábanas y batas. Todos cumplen sus obligaciones, sin importar que su esfuerzo pase desapercibido.
Personas como Érika Ramírez, una soldado de 23 años de edad, es una de las encargadas de limpiar un hospital militar del sur de Ciudad de México, en el que se atiende a pacientes de COVID-19, específicamente en el área de terapia intensiva.
Durante su trabajo, manipula residuos potencialmente infecciosos como jeringas o gasas. Además debe sanitizar varios puntos de la instalación. Para su protección, usa un traje blanco similar al del personal médico.
“Somos importantes, somos un equipo, y si nosotros hacemos la limpieza bien y desinfectamos y sanitizamos las áreas, pues puede continuar todo esto a la perfección”, aseguró en una entrevista.
El miedo no puede estar en un día laboral. Aunque es inevitable sentir incertidumbre, la labor de los trabajadores de la limpieza en México es prestar el mejor servicio posible para garantizar la salud de otros.
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La mujer admite que por las duras jornadas, de hasta 24 horas, se ha perdido los cumpleaños de sus hijas, pero considera que el momento actual es para servir.
De igual manera trabaja Rodolfo Díaz, de 53 años, quien es el encargado de desinfectar y lavar, junto con otros dos compañeros, las sábanas y batas que utilizan los enfermos del coronavirus.
Calculan que limpian aproximadamente unas 10.000 prendas al día. “Ha subido mucho la demanda desde que tenemos la pandemia, antes era poca la ropa que nos llegaba con la marca de infección”, comentó.
Por su parte, la crisis sanitaria también ha golpeado a Idalia Díaz, una auxiliar de limpieza de 40 años, que ha visto aumentar la basura por la COVID-19 en su lugar de trabajo.
La epidemia sorprendió a México con un déficit de 240.000 médicos y enfermeros, según el gobierno, que tuvo que realizar una contratación masiva y adecuar los hospitales a marchas forzadas.
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Trabajadores que tienen la vida de Érika, Rodolfo e Idalia; renunciaron a una normalidad para cumplir su profesión que, según Amnistía Internacional, es “especialmente vulnerable” a infectarse.
Aunque en silencio, estos héroes “invisibles” arriesgan su salud para que México logre superar la crisis sanitaria que vive por cuenta de la pandemia.