“Te dejo a Simón, es mi perro. No quiero que mi papá le pegue. Llora mucho porque no hay comida. Te dejo mis ahorros para sus tortillas”, fueron algunas de las palabras con las que un pequeño en México tuvo que dejar a su mejor amigo de cuatro patas, Simón. Después de seis meses, el niño no deja de enviarle cartas al refugio para pedir que sigan cuidando de su perro, porque cuando sea grande volverá por él.
No lo olvida ni un solo instante. Un niño en México cuenta rápidamente el tiempo para pronto convertirse en adulto. Su anhelo es regresar al albergue Pergatuzoo, donde actualmente permanece su mejor amigo Simón, un perro de raza a quien tuvo que decir adiós debido a las condiciones de maltrato que al parecer afrontaba el animal en casa, y regresar junto a él para recuperar el tiempo perdido.
Bien dicen los refranes que una amistad de verdad no tiene barreras. Simón fue dejado en un albergue de México cuando apenas era un cachorro. Cuando lo recibieron los profesionales del lugar, vieron una carta en la que un niño explicaba los motivos por los cuales debía renunciar a cuidar de él en su casa.
“Te dejo a Simón, es mi perro y no quiero que mi papá le pegue. Llora mucho porque no hay comida. Te dejo mis ahorros para sus tortillas. No le peguen porque mi papá le pega mucho. Simón come mucho. No se lo lleven, cuando crezca vuelvo por él”, escribió con su puño y letra el niño en la carta de despedida a su perro.
Sin embargo, y a pesar de que ya han transcurrido unos seis meses desde aquel desolador momento en el que el niño tuvo que decirle adiós a su perro, el pequeño no deja de pensar en él.
Desde entonces envía cartas al refugio donde permanece su perro Simón, no solo para recordarle cuánto lo extraña, sino para pedir que no dejen de cuidar a su fiel ‘compañero’ y que lo esperen porque volverá por él.
“Simón te extraño, me dijeron que te llevaron al veterinario y te dejo tres pesos”, se lee en la carta.
De acuerdo con el Albergue Pergatuzoo, el niño en los últimos días fue a visitar a su perro hacia las dos de la tarde, cuando el refugio ya estaba por cerrar.
Con grata emoción, el pequeño solo deseaba reencontrarse con su perro simón. Pero justo ese día, el perro había sido llevado al veterinario para hacerle unos exámenes.
“Le contesté que no estaba aquí, que está en la clínica veterinaria sacándose unos estudios… El pequeño lloró al saber que su perro ya no estaba. Le explicamos que regresaría en unos días y que lo podría ver cuando quisiera. Así que me entregó una carta con tres pesos para la comida del perro”, relató el albergue.
Aunque aquel reencuentro entre el niño y su perro aún no ha podido efectuarse, el pequeño sigue pendiente de su perro en la distancia. Aunque sabe que el perro no puede leer las cartas que le envía, solo anhela que nunca lo olvide así como él no ha dejado de hacerlo; y que lo cuiden para que esté sano y fuerte.
Hoy, después de más de seis meses, Simón es un perro grande, obediente, con un dueño que no deja de escribirle cartas enviando sus ahorros para que le den tortillas, y esperando a tener la mayoría de edad para cumplir la promesa de regresar por él para estar juntos otra vez.
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