La huella de carbono per cápita del 1% más rico de la población del mundo es actualmente 100 veces mayor que la del 50% más pobre de la población mundial. Además, las emisiones de dióxido de carbono per cápita del 10% más rico de la población es más de 30 veces superior a la del 50% más pobre del mundo. En ese sentido, los más ricos de la sociedad son los más contaminantes del planeta con una producción desbordante de CO2, debido a su mayor índice de consumo.
Así lo ha revelado una reciente investigación publicada por la ONG Oxfam, en donde se analizaron las emisiones de gases de efecto invernadero entre los años 1990 a 2015, periodo durante el cual se incrementaron cerca del 60% las emisiones de carbono anuales a nivel global. De acuerdo con los investigadores, las emisiones acumuladas se han duplicado, lo que ha generado un rápido aceleramiento de la crisis climática.
Aunque en 2020 las emisiones de CO2 se han reducido drásticamente con las restricciones impuestas por la pandemia de COVID-19, lo cierto es que la crisis climática, desencadenada por la acumulación de emisiones en la atmósfera a lo largo del tiempo, ha seguido agudizándose.
“Este informe detalla los resultados de nuevas investigaciones que ponen de manifiesto cómo, en las últimas décadas, la desigualdad extrema de las emisiones de carbono nos ha dejado al borde del colapso climático. Asimismo, explica qué medidas deben adoptar los Gobiernos en este decisivo momento histórico para construir economías más justas que respeten los límites de nuestro planeta”, detalló el estudio.
La nueva investigación conjunta de Oxfam y el Instituto del Medio Ambiente de Estocolmo (SEI) revela que la desigualdad extrema de las emisiones de CO2 en las últimas décadas es el principal desencadenante del actual colapso climático. Por ejemplo, entre 1990 y 2015, las emisiones anuales se incrementaron en un 60%,y las emisiones acumuladas se duplicaron.
En este período estudiado, el 10% más rico de la población mundial (aproximadamente 630 millones de personas) generó el 52% de las emisiones de CO2 acumuladas, consumiendo casi un tercio (el 31%) del presupuesto global de carbono tan solo durante esos 25 años.
En contraposición, el 50% más pobre de la población mundial (aproximadamente 3100 millones de personas) generó tan solo el 7% de las emisiones acumuladas de CO2, consumiendo únicamente el 4% del presupuesto de carbono disponible.
Tan solo el 1% de la población mundial (aproximadamente 63 millones de personas) generó el 15% de las emisiones acumuladas y consumió el 9% del presupuesto de carbono, el doble que la mitad más pobre de la población mundial.
Asimismo, los investigadores pudieron establecer que el 5% más rico de la población mundial (aproximadamente 315 millones de personas) es responsable de más de una tercera parte (el 37%) del incremento total de las emisiones de CO2, mientras que el incremento total de las emisiones generadas por el 1% más rico triplicó al del 50% más pobre en ese mismo período analizado.
“La desigualdad de las emisiones de carbono es de tal magnitud que el 10% más rico de la población mundial agotaría, por sí solo, el presupuesto global de carbono tan solo unos años más tarde, incluso, aunque el resto de la población mundial redujese sus emisiones a cero”, señalaron los investigadores.
Este año, el volumen global de emisiones se ha reducido a causa de las restricciones derivadas de la pandemia. No obstante, si no se mantiene un ritmo rápido de reducción de las emisiones de CO2, el presupuesto global de carbono disponible (establecido en un nivel que permitiría cumplir con la meta de mantener el calentamiento global por debajo de 1.5ºC) se habrá agotado por completo en 2030.
Lo anterior demuestra que la desigualdad también es un fenómeno ambiental que influye directamente en el cambio climático, ya que son los más ricos los encargados de consumir más, ser propietarios de las grandes industrias, y producir CO2 en masa.
En ese sentido, no solo para los investigadores, sino también para otras organizaciones como la ONU, nuestro actual modelo económico ha sido el desencadenante, tanto del desastre climático, como de una desigualdad que también resulta catastrófica.
“Reducir la huella de carbono per cápita del 10% más rico de la población a un nivel en 2030 que permita limitar el calentamiento global a 1.5 °C recortaría las emisiones anuales de carbono en más de un tercio (menos de 15 gigantoneladas); e incluso reducirla tan solo al nivel promedio de la UE (8.2 toneladas por año) recortaría las emisiones anuales en más de un cuarto, es decir, alrededor de 10 gigantoneladas.
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