La humanidad se enfrenta al mayor reto de su existencia al tratar de limitar el calentamiento global al menos a +1.5° centígrados, pero existen unos puntos de inflexión del cambio climático que nos llevarían a tener un escenario completamente desastroso.
Los científicos han advertido incansablemente la importancia de reducir las emisiones contaminantes, la deforestación y cambiar la forma de producir y consumir en el planeta.
Sin embargo, los estudios han venido identificando que hay varios lugares en el planeta que están expuestos a momentos decisivos y que los tiene a punto de desaparecer o recuperarse dependiendo de las acciones que tome la humanidad en los próximos años.
Lo preocupante es que estos ecosistemas tienen unas consecuencias directas en el resto del planeta. Por ejemplo, el deshielo de las enormes extensiones heladas de Groenlandia y la Antártida podría elevar el nivel de los océanos en más de una docena de metros.
En la Amazonía, la selva tropical puede sufrir un proceso de “sabanización” que afectaría irremediablemente a la capacidad del planeta de capturar el CO2 e incluso podría empezar emitir gases de efecto invernadero.
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Otro de los lugares que representa un punto de inflexión es Siberia, ya que esta región representa un enorme depósito de CO2 que podría acabar en la atmósfera si se extiende el proceso de deshielo del permafrost.
“Ya hemos detectado varios puntos de inflexión en los arrecifes coralinos y los sistemas polares, y con las proyecciones de calentamiento del planeta en la mano, habrá probablemente otros a corto plazo”, alerta un borrador del Grupo Intergubernamental de Expertos de la ONU sobre Cambio Climático (IPCC) al que tuvo acceso la AFP.
El planeta ya ha sido testigo de que los efectos del cambio climático en estos lugares son completamente irreversibles y las consecuencias directas ya se están sintiendo.
El fundador del Instituto Potsdam de Investigación Climática, Joachim Schellnhuber, explicó que hace quince años se dio cuenta de esos momentos decisivos en la historia del cambio climático.
“Me di cuenta de que la maquinaria del planeta, ya sea los monzones, la circulación oceánica, las corrientes marinas, tienen muchos sistemas no lineares. Eso significa que hay muchos puntos de no retorno”, explicó Schellnhuber.
De acuerdo con el experto, unos bloques helados del tamaño de Escocia e Inglaterra en la Antártida podrían en un momento determinado desplomarse hacia el océano por cuenta del calentamiento global incidiendo directamente en un colapso de esta región.
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El cambio climático y la deforestación también han provocado que una gran parte de la región amazónica deje de absorber CO2 y empiece a emitirlo.
Esa transformación podría convertir a uno de los grandes aliados contra el cambio climático en un enemigo ya que su capacidad de capturar carbono se perdería y la acumulación de gases efecto invernadero sería mucho mayor.
Ante este escenario, los científicos se esfuerzan en determinar qué temperaturas provocan el punto de no retorno en un ecosistema.
Sin embargo, este trabajo es muy complejo porque los modelos de predicción se basan en una atmósfera siempre cambiante e impredecible, a lo que hay que sumar los aportes de CO2 y metano que generan las actividades humanas.
“Los puntos de inflexión son riesgos claves, existenciales, y tenemos que hacer todo lo posible para evitarlos”, explicó Tim Lenton, director del Instituto de Sistemas Globales de la Universidad de Exeter y autoridad en la materia.
La comunidad científica ha logrado descubrir 15 puntos de inflexión significativos, algunos regionales y globales pero todos están interconectados.
Por ejemplo, unas de las partes del sistema climático más resistentes al incremento de las temperaturas incluyen las corrientes que redistribuyen el calor a través de los océanos, como el fenómeno de El Niño en el Pacífico, el monzón del Sudeste Asiático o la desertificación en el Sahel africano.
Por otro lado está el permafrost en Siberia que no tiene un umbral de temperatura que vaya a provocar un cambio dramático, pero su lento deshielo liberaría decenas de miles de millones de toneladas de CO2.
El IPCC ha publicado cinco grandes informes a lo largo de tres décadas sobre el cambio climático pero en la nueva entrega empieza a ganar protagonismo los denominados puntos de inflexión.
“Llevo una década diciendo que tenemos que tomarnos este riesgo en serio y que el IPCC debería dar a los puntos de inflexión más importancia”, explica Lenton.
Las investigaciones ya han empezado a establecer algunas consecuencias directas de estos escenarios.
Por ejemplo, la aceleración del deshielo en Groenlandia afectará la circulación de corrientes en el Atlántico y empujará las lluvias tropicales hacia el sur, debilitando a su vez los monzones de África y Asia que son vitales para los cultivos de millones de personas.
Los expertos han proyectado que estas corrientes oceánicas podrían desaparecer, como ya ha sucedido en el pasado; lo cual provocaría que los inviernos europeos sean mucho más duros, mientras que el nivel de las aguas subiría sustancialmente en el norte del Atlántico.
Sin embargo, aún existen muchas dudas ya que los estudios históricos indican que la Tierra estaría encaminada a un exceso de calor extremo que impactaría la vida en el planeta.
La última vez que la atmósfera soportó los actuales niveles de concentración de CO2, hace tres millones de años, las temperaturas eran como mínimo 3 ºC superiores a las actuales y los océanos eran entre 5 y 25 metros más elevados.
“Esa trayectoria podría llevar al planeta a una situación sin retorno en menos de un siglo”, explicó Jan Zalasiewicz, profesor de paleobiología de la Universidad de Leicester.
Por su parte, el científico Johan Rockstrom cree que en el momento en que el planeta supere los puntos de inflexión del cambio climático se podría perder completamente el control ya que no habría un espacio para poder revertir o limitar estos impactos.
“A partir del momento en el que los sistemas de la Tierra pasen de enfriar, como sucede en la actualidad, a calentar, ahí perderemos el control”, indicó Rockstrom.
Finalmente, la comunidad científica ha advertido que la Tierra nos ha venido mostrando unos signos vitales y por eso el mundo debe entender que estas consecuencias son un llamado de alerta para adaptarnos y prepararnos para los efectos del cambio climático.
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