El Banco Mundial de Semillas de Svalbard es un gran reservorio construido a 100 metros dentro de una montaña cubierta de Permafrost, una capa de suelo permanentemente congelado. El objetivo principal es reabastecer de especies vegetales cada rincón del mundo en caso de una catástrofe y garantizar la seguridad alimentaria. Sin embargo, el cambio climático ha llegado hasta sus profundidades, donde la última temperatura registrada llegó hasta los 20 grados.
Para el adecuado funcionamiento del Banco Mundial de Semillas de Svalbarb, o Bóveda del Fin del Mundo, se debe garantizar una temperatura a -18 grados, la cual es fácil de mantener gracias a que este resevorio subterráneo está ubicado en la isla Spitsbergen, Noruega, a unos 1.300 kilómetros al norte del Círculo Polar Ártico.
En ese sentido, la roca gruesa y el permafrost, que es la capa de suelo permanentemente congelado, aseguran que las muestras de más de un millón de semillas de todo el mundo permanezcan congeladas incluso sin energía. La Bóveda del Fin del Mundo tiene como propósito salvar a la humanidad y reabastecer de especies vegetales al planeta en caso de una catástrofe.
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Actualmente, la Bóveda del Fin del Mundo contiene más de 1.057.151 variedades de semillas conservadas originarias de casi todos los países del mundo. Desde variedades únicas de los principales alimentos básicos africanos y asiáticos como el maíz, arroz, trigo, caupí y sorgo hasta variedades europeas y sudamericanas de berenjenas, lechugas, cebada y papas. De hecho, ya posee la colección más diversa de semillas de cultivos alimentarios del mundo.
Sin embargo, su inminente amenaza hoy no es otra más que el cambio climático. En la última semana de julio, la Bóveda del Fin del Mundo ha registrado temperaturas de 20 grados, lo que ha provocado el deshielo de la entrada del reservorio subterráneo, la cual solía permanecer cubierta por el hielo y mantenía el enfriamiento de las semillas.
El archipiélago Svalbard, situado en el Ártico, tenía hasta ahora un récord histórico de 21.3 ºC, registrado durante el verano de 1979.
No obstante, entre el 20 y el 24 de julio de 2020, los termómetros del Ártico marcaron en Svalbard niveles de 21.2 ºC. Mientras que el 25 de julio, la ciudad de Longyearbyen, cerca a la Bóveda del Fin del Mundo, se registraron temperaturas de hasta 21.7 ºC.
Lo anterior evidenciaría la alta amenaza que el cambio climático ya ha mostrado frente a la región. De hecho, en 2019, el Instituto Metereológico de Noruega publicó en su balance Climate in Svalbard 2100 que entre 1971 y 2017 la temperatura media de este Slvalbard ha aumentado casi 5 grados.
Lo que significaría que hacia el 2100, Svalbard podría tener temperaturas medias de hasta 10 grados por encima de lo habitual.
De ahí el gran temor de que aunque la Bóveda del Fin del Mundo esté diseñada y pensada para superar cualquier adversidad y así garantizar la integridad de las semillas del mundo, las condiciones externas que hoy causan el cambio climático, ya comienzan a dificultar la labor de mantener el alimento y la salvación del planeta.
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