En los últimos meses, los incendios forestales a lo largo del Círculo Ártico han logrado emitir un récord de 244 megatoneladas de dióxido de carbono, un 35% más que en 2019; un suceso devastador para la flora y fauna global, de cuyos daños es posible que nunca logremos recuperarnos.
Los incendios forestales en el Ártico comenzaron a principios de 2020. Aunque para agosto la temporada de incendios presentó una disminución, estos liberaron cantidades récord de dióxido de carbono, incluso, muy por encima de las emitidas en 2019. Los expertos sugieren que este aumento se podría dar por la afectación a las turberas.
Te puede interesar: Estudio confirma que el Ártico se podría quedar sin hielo marino para el año 2035
Las turberas son humedales con una gruesa capa de suelo orgánico. Las turberas cubren solo el 3 por ciento de la superficie terrestre, pero almacenan el 20% del carbono del suelo del mundo.
Una turbera del Círculo Ártico contiene aproximadamente diez veces más carbono que un bosque boreal. Cuando una turbera se quema, esta libera el carbono almacenado a la atmósfera, sumándose a los gases que atrapan el calor y causan el cambio climático, acelerando el daño ambiental.
A lo largo del Círculo Ártico, cerca de la mitad del carbono almacenado en las turberas se encuentra entre 60 y 70 grados al norte. Cuando los suelos congelados, ricos en carbono, comienzan a derretirse, se hacen aún más vulnerables a los incendios forestales, liberando grandes cantidades de carbono.
El mayor problema es que, a medida que las turberas liberan más carbono, así mismo aumenta el calentamiento global, el cual derrite aún más a las turberas, con lo que se generaría mayor cantidad de carbono. En ese sentido, se trata de un ciclo que parece inquebrantable.
En mayo de 2020 hubo incendios forestales al norte de la línea de árboles en Siberia, un fenómeno que normalmente ocurría hasta julio. De acuerdo con los científicos, una de las razones por las que ocurrió antes son las altas temperaturas en invierno y primavera.
Asimismo, otros expertos señalan que es posible que los fuegos de turba estuvieran ardiendo bajo el hielo y la nieve durante todo el invierno, y luego emergieron en la primavera, cuando este se derritió.
“Comienzan mucho más al norte de lo que solían hacerlo, en paisajes que pensamos que eran resistentes al fuego en lugar de propensos al fuego”, señaló a Nature Jessica McCarty, geógrafa de la Universidad de Miami en Oxford, Ohio.
El Sistema Ruso de Monitoreo Remoto de Incendios Forestales registró 18.591 incendios en los dos distritos más orientales de Rusia, con un total de casi 14 millones de hectáreas quemadas. La mayor parte de la quema ocurrió en zonas donde el suelo normalmente está congelado durante todo el año.
Infórmate minuto a minuto sobre esta y otras noticias del mundo en nuestras redes sociales