Un nuevo informe evidenció que la capacidad de restauración de la Amazonía se está agotando y, de seguir con el ritmo actual de deforestación, el denominado pulmón verde del planeta no llegará a 2025 tal y como lo hemos conocido.
Así lo alertó un grupo de científicos que diseña estrategias globales para proteger el 80 % de los bosques amazónicos en el marco de un gran desafío para tratar de salvar al Amazonas.
“Gran parte de la Amazonía (…) está emitiendo más carbono del que absorbe. Se está cambiando el rol ecológico de la Amazonía y seguir en este ritmo (…) es muy peligroso”, indicó Marlene Quintanilla, una de las investigadoras principales del reporte ‘La Amazonía a contrarreloj: Un diagnóstico regional sobre dónde y cómo proteger el 80 % al 2025’.
Las conclusiones de los investigadores son bastante alarmantes ya que la deforestación, los incendios, la minería y la agroindustria tiene cada vez más en jaque a la selva más grande de planeta.
De esta forma, los expertos creen que todavía existe algo de esperanzas para proteger a la Amazonía y solo será posible con ayuda de las comunidades indígenas para conservar la mayor reserva de agua dulce del planeta y que ocupa casi el 40 % del territorio de Suramérica.
Los resultados de esta investigación, desarrollada por la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (Raisg), fueron revelados durante la V cumbre amazónica de pueblos indígenas, que reúne en Lima a más de 500 pueblos originarios de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (Coica).
Como lo han confirmado varios estudios, el informe alerta nuevamente que el bosque amazónico se encuentra inmerso en un punto de no retorno debido a las altas tasas de deforestación y degradación que, combinadas, llegan al 26 % de la región, donde cada día se extinguen 137 especies vivas.
“Los niveles de deforestación e incendios están mermando la extensión del bosque tropical, la disponibilidad hídrica que tiene la Amazonía y, lamentablemente, si no se toman medidas hasta el 2025, para el 2030 consideramos que los impactos van a ser más agudos”, indicó Quintanilla.
De acuerdo con la investigadora, el 90 % de la deforestación y degradación combinadas se concentran en Brasil y Bolivia, donde la “sabanización” ya es un fenómeno real y se extiende con mayor rapidez.
El estudio, por ejemplo, ha identificado que, en las últimas dos décadas, las lluvias anuales se han reducido en un 17 % en la región amazónica boliviana, donde la temperatura ha aumentado un grado en este periodo.
Por otro lado, revela que el 66 % del territorio amazónico está sujeto a algún tipo de presión permanente; ya sea por amenazas legales o ilegales que incluyen los bloques petroleros, las centrales hidroeléctricas, las minas y las actividades agropecuarias, estas últimas responsables del 84 % de la deforestación.
Para cumplir con el pacto global adoptado en septiembre pasado en el Congreso de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el reporte urge a las autoridades a adoptar medidas que salvaguarden las Áreas Prioritarias Clave Intactas (33 %), con Baja Degradación (41 %) y promuevan la restauración del 6 % de tierras con alta degradación.
En ese sentido, los investigadores plantearon la necesidad de contar con los territorios indígenas como principales aliados, reconocerlos y dotarlos de mayores recursos nacionales e internacionales por mostrar un grado de eficacia incluso más alto que las áreas protegidas, en términos de conservación de los ecosistemas.
“Este informe demuestra, y no fue la intencionalidad, que el rol de los territorios indígenas es clave para la adaptación al cambio climático (…) el reconocimiento es el primer paso y la asignación de recursos es un paso importante”, destacó la autora tras señalar la “deuda” histórica de los gobiernos hacia estos territorios.
En conjunto, las áreas protegidas y los territorios indígenas cubren alrededor de la mitad (48 %) de la Amazonía, pero el 86 % de la deforestación ocurre en el 52 % restante del territorio.
Dentro de las acciones más urgentes, el estudio también sugiere limitar nuevas licencias y financiamiento para actividades extractivas, e insta a la comunidad internacional a adoptar políticas inmediatas que garanticen la afluencia permanente de recursos para lograr la conservación y fortalecer la gestión integral de los territorios indígenas.
Unos esfuerzos globales que deben adoptarse ahora que aún se está a tiempo de salvar el mayor bosque tropical del planeta y recuperar su capacidad reguladora ante la emergencia climática.
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