Saber cómo manejar las rabietas de los niños es indispensable no solo para educarlos de la mejor manera, también para mantener una relación armoniosa basada en el amor y respeto. Aunque parece una tarea imposible, es más sencilla y necesaria de lo que podemos pensar, evitando siempre recurrir a la violencia como método de castigo.
Las rabietas e incluso crisis nerviosas en los niños, ocurren por diferentes causas, como por ejemplo: miedo, frustración, sobrecarga sensorial o ira, por nombrar solo algunas. Para los niños pueden representar una forma de comunicarse, pero los padres a menudo no saben lo que impulsó esta actitud negativa.
De acuerdo al Child Mind Institute, las rabietas en los niños pueden verse como una reacción a una situación que el pequeño no es capaz de manejar de una forma más adulta, como por ejemplo: hablando de cómo se siente, defendiendo lo que desea, o explicando el motivo de su actitud. Simplemente puede estar abrumado por sus emociones.
Es en estos momentos cuando el niño comienza a dar rienda suelta a sus emociones por medio de las lágrimas, patadas o golpes en general. Está utilizando un mecanismo para conseguir lo que quiere, así que será usado cada vez que lo crea conveniente. Las rabietas en los niños son aprendidas, por lo tanto es necesario ayudarlo a buscar formas más maduras de enfrentar algunas situaciones.
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Lo primero que todo padre necesita para manejar las rabietas es tener una idea de lo que desencadena la actitud de su hijo. Esto se conoce como “evaluación funcional”, que significa observar aquellas situaciones que generan las malas actitudes de los niños. Específicamente, lo que sucede inmediatamente antes, durante y después de los arrebatos.
Cuando se presta atención a los desencadenantes de las rabietas, se puede revelar un problema más grande que necesita atención, como los casos relacionados a:
“La mayoría de los niños que tienen crisis frecuentes lo hacen en situaciones muy predecibles y circunscritas: cuando es la hora de la tarea, la hora de acostarse, la hora de dejar de jugar”, comenta el Dr. Vasco Lopez, psicólogo clínico, sobre las rabietas en niños.
Además existen otros desencadenantes, “suele ser pedirle que haga algo que les desagrada o que deje de hacer algo que les divierta. Especialmente para los niños que tienen TDAH, algo que no es estimulante y requiere que controlen su actividad física, como un largo viaje en automóvil o un servicio religioso o visitar a un pariente anciano, es un desencadenante común de las crisis ”.
Los padres generalmente encuentran un berrinche como algo imposible de tolerar, especialmente si están en público, por lo tanto el niño puede aprender que hacer una rabieta lo ayuda a lograr lo que quiere. “Incluso si solo funciona cinco de cada 10 veces que hacen berrinches, ese refuerzo intermitente lo convierte en un comportamiento aprendido muy sólido. Así que van a continuar con ese comportamiento para conseguir lo que quieren”, comenta Lopez.
El Dr. Steven Dickstein, pediatra y psiquiatra de niños y adolescentes, explica que se puede cambiar la forma en que los padres y cuidadores son capaces de manejar las rabietas y conseguir la calma. Para lograrlo es necesario anticipar los factores que las desencadenan.
“Por ejemplo, si la tarea es realmente difícil para un niño, porque tiene problemas subyacentes de atención, organización o aprendizaje, es posible que tenga arrebatos justo antes de que se suponga que debe comenzar a hacer la tarea. Entonces les decimos a los padres: ‘¿Cómo podemos hacer que la tarea sea más agradable para ella?’ Podemos darle descansos frecuentes, apoyarla en áreas con las que tiene particular dificultad, organizar su trabajo y dividir las tareas intimidantes en partes más pequeñas”, sugiere el especialista.
Los padres deben comprender que evitar una rabieta no es “ceder” a las exigencias del niño. Simplemente están evitando respuestas no deseadas. Además, al reducir la probabilidad de estas respuestas se está eliminando la oportunidad de reforzar la conducta.
En el caso de los arrebatos que no son peligrosos, se puede ignorar el comportamiento, ya que incluso la atención negativa o tratar de persuadir, refuerza las rabietas en los niños. Se recomienda no intentar razonar con el pequeño mientras está molesto.
“No hables con el niño cuando no esté disponible”, lo mejor es aprovechar los momentos de calma para negociar.
Las rabietas no pueden manejarse mientras estamos molestos. “Cuando te enojas mucho, necesitas simplemente salir de la situación. No puede resolver problemas cuando está molesto; su coeficiente intelectual cae alrededor del 30 por ciento cuando está enojado”. Por eso es importante estar tranquilos y claros.
Para controlar las rabietas en los niños es necesario construir herramientas que ayuden a calmarse. Realizar actividades cuando se encuentran tranquilos, como respirar lentamente y las técnicas de respiración son de gran ayuda.
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