Nairo Alexander Quintana Rojas nació en Tunja, Boyacá (Colombia), en el seno de una familia de campesinos que se dedicaba al comercio de productos agrícolas.
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Al momento de su nacimiento le diagnosticaron el ‘mal del difunto’: su madre había estado en contacto con una persona que estaba a punto de morir y al bebé le auguraron una muerte temprana. Solo el rezo de un curandero podía salvar al niño y si sobrevivía, estaría tocado para siempre ‘por el destino’.
Pero Nairo no solo sobrevivió, sino que se convirtió en un verdadero ejemplo para los habitantes de la vereda La Concepción, del municipio boyacense de Cómbita, donde creció. Cuando Quintana tenía solo 7 años, su padre Luis sufrió un grave accidente que le generó una incapacidad y obligó a sus hijos a ayudarlo en la economía del hogar.
Ya en su adolescencia, Nairo decidió usar una bicicleta que le regaló su padre como medio para transportarse hasta su escuela ubicada en Arcabuco, a 21 kilómetros en terreno de descenso de la vereda en la que vivía. Fue precisamente en esas condiciones que Nairo descubrió que podía seguir el paso de los ciclistas que entrenaban por esa zona e inició su pasión por el ciclismo.
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“Su prueba de esfuerzo era tan buena que, pensando que se había producido un error, tuvimos que repetírsela”, recuerda Vicente Belda, quien dirigió el primer equipo al que perteneció Nairo: ‘Boyacá es para vivirla’. Su salto a la élite en Europa se dio con el equipo español Movistar en el 2012: un año más tarde consiguió su primer triunfo importante al imponerse en la Vuelta al País Vasco y mantener la regularidad.
En 2014 se vistió con la ‘maglia rosa’ y conquistó el Giro de Italia y en 2015 obtuvo el segundo lugar en el Tour de Francia. “Me he criado a 2.800 metros, eso me da ventaja en este deporte, es el mejor lugar del mundo para entrenar”, dice en las entrevistas, al ser cuestionado sobre su preparación y sus raíces.
Hoy Nairo, quien recibió en 2013 la Orden de Boyacá, la máxima condecoración en su país, es un orgullo para los habitantes de Boyacá (y Colombia) y un ejemplo para los miles de niños que esperan en un futuro convertirse en ‘Naironman’ y dejar la bandera de su país en alto.
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