El número de aprehensiones en la frontera ha disminuido por octavo mes consecutivo, luego de las enérgicas medidas adoptadas por el gobierno del presidente Donald Trump que incluyen obligar a los solicitantes de asilo a aguardar en México a que se resuelvan sus casos, señaló el lunes un funcionario federal.
La cifra de encuentros con agentes fronterizos durante los últimos cuatro meses fue de 165.000, dijo el funcionario del Departamento de Seguridad Nacional, quien habló con The Associated Press a condición de guardar el anonimato porque los resultados oficiales no han sido publicados. El año previo hubo unos 242.000 encuentros en el mismo periodo.
El conteo para el mes de enero fue de aproximadamente 36.000, incluyendo detenciones de personas que cruzaron ilegalmente y de migrantes a los que los funcionarios fronterizos declararon inadmisibles en un puerto de ingreso. Fue un descenso de 10% en comparación con diciembre.
Es casi seguro que Trump mencione la aguda disminución en su discurso del martes sobre el Estado de la Unión. Las restricciones a la inmigración (legal e ilegal) son un tema al que el mandatario le ha dado gran importancia en su gobierno. Ha criticado a los solicitantes de asilo y a otras personas que cruzan la frontera, llamándolos estafadores que “embaucan” al sistema, y a los inmigrantes provenientes de México los ha tachado de “bad hombres”.
Trump utiliza los conteos fronterizos mensuales para medir los resultados de sus políticas, y critica a los funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional cuando las cifras suben. El número de personas que cruzan la frontera suele disminuir cuando hace mucho calor, pero con frecuencia aumenta progresivamente durante el invierno.
El conteo mensual ha bajado casi 75% en comparación con el máximo registrado en mayo pasado, cuando hubo más de 144.000 encuentros con migrantes, la gran mayoría familias de Centroamérica a las que no es fácil deportar. El sistema de control de la inmigración se vio exigido al máximo en la primavera de 2019, cuando los migrantes estuvieron atestados durante semanas en pequeñas estaciones fronterizas diseñadas para retener a la gente sólo unos días.
Las noticias sobre las condiciones de vida en esas estaciones, junto con la muerte de migrantes, desataron una intensa presión sobre el Congreso para que asignara fondos de emergencia con el fin de ayudar a mejorar la atención a los detenidos.
La reducción en el número de inmigrantes que ingresan conlleva consecuencias. Más de 55.000 solicitantes de asilo, incluyendo familias y mujeres embarazadas, han sido enviados de vuelta a México para que aguarden la resolución de sus casos, y han enfrentado las malas condiciones de campamentos improvisados, al igual que atracos y secuestros por parte de los narcotraficantes que recorren las tierras fronterizas.
México también ha reforzado la vigilancia en sus fronteras, dejando en claro que las caravanas de inmigrantes que alguna vez recorrieron su territorio ya no están autorizadas a hacerlo, luego de que Washington ejerciera intensa presión y amenazara con aplicar aranceles el año pasado.
Y ahora, Estados Unidos prácticamente le prohíbe a cualquier persona solicitar asilo si es que pasó primero por otro país. Además, las autoridades están enviando a los solicitantes a naciones centroamericanas, parte de acuerdos de seguridad con Guatemala, Honduras y El Salvador.
A pesar del agudo descenso en las cifras de la frontera, los solicitantes de asilo siguen apuntándose en una lista de espera para entrar a Estados Unidos en un puerto oficial de ingreso en San Luis, Arizona.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza se comunica con el albergue mexicano que maneja la lista para informar cuántas solicitudes de asilo procesará por día. El albergue estima que el tiempo de espera es de tres a cuatro meses.