El asesinato de nueve miembros de la comunidad LeBarón, seis niños y tres mujeres, ocurrido el pasado lunes en México en zona fronteriza con Estados Unidos, aún es un misterio.
Las autoridades mexicanas han asegurado que la masacre pudo haberse cometido por equivocación de carteles de droga, al confundir a las víctimas con enemigos de otros grupos narcotraficantes.
Familiares de las víctimas y líderes de la colonia donde vivía la familia han indicado que no creen en las versiones e hipótesis entregadas por las autoridades. Y por otro lado aseguran que el asesinato se puede deber a represalias contra su comunidad, al parecer por sus continuos y sonoros rechazos contra el narcotráfico y la violencia desatada por la guerra de carteles.
¿Quiénes son los LeBarón?
Los actuales miembros de la comunidad LeBarón, de la que hacen parte al menos 3.000 personas, son hoy una rama fundamentalista de religiosos mormones que se estableció en esta zona fronteriza en los años 20 del siglo pasado, luego de salir perseguidos de Estados Unidos por algunas de las prácticas que ejercían.
La historia de los LeBarón en México inicia al rededor de 1920, cuando el mormón Alma Dayer LeBaron se traslada al norte de este país con sus dos esposas y ocho hijos para seguir practicando la poligamia, práctica abandonada en 1890 por los mormones congregados en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
La familia construyó en esta región mexicana la Colonia LeBarón, una comunidad que fue creciendo con el paso de los años. Tras la muerte de Alma, Joel LeBarón, uno de sus hijos tomó el control de la comunidad y años después, en Utah, creó Iglesia del Primogénito de la Plenitud de los Tiempos, la cual dirigió junto a Ervil, uno de sus hermanos, con quien después tuvo disputas por el control de la comunidad religiosa.
Según la historia, hecha a base de declaraciones y confesiones, literatura y testimonios judiciales, en 1972 Ervil ordenó el asesinato de su hermano Joel. A partir de ese momento Ervil habría ordenado el asesinato de varias personas que se interponían con su liderazgo social y religioso. Algunas de sus 13 esposas cometieron dichos homicidios, por los cuales dos de ellas fueron juzgadas.
En 1979, Ervil fue arrestado en México y extraditado a Estados Unidos. Un año más tarde fue condenado a cadena perpetua pero se suicidó en su celda, pero habría dejado órdenes de otros asesinatos que se habrían cometido en 1988 y que se conocieron mediáticamente como “asesinatos de las 4 en punto”.
En estos últimos homicidios, según declaraciones judiciales, estuvieron relacionados varios familiares de Ervil, entre ellos Jacqueline LeBarón, quien fue capturada por el FBI en 2010 y puesta en libertad condicional en 2012.
Los crímenes entre la comunidad se detuvieron. Los LeBarón radicados hoy en Chihuahua (México) buscan vivir en paz en una zona que se convirtió en territorio del narcotráfico y con quienes han tenido varios tropiezos, que han llegado a causar la muerte de algunos de ellos.
El apellido LeBarón volvió a sonar en los medios en 2009, cuando Erick LeBarón, uno de los integrantes de la comunidad fue secuestrado por un cartel de drogas y por quien se exigía un rescate de un millón de dólares.
Benjamín LeBarón, uno de los líderes de la comunidad y hermano del secuestrado, se negó a pagar el rescate de Erick y en cambio organizó un sin número de manifestaciones en contra del narcotráfico exigiendo la liberación del entonces joven de 17 años.
Erick fue liberado pero dos meses después Benjamín fue asesinado junto a su cuñado Luis Whitman. Según investigaciones, a Benjamín lo mató un hombre relacionado con el cartel de Juárez.
Julián, uno de los actuales líderes de su comunidad, tras el asesinato de su hermano Benjamín, fundó el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, liderado por el poeta Javier Sicilia, también víctima de la violencia de los carteles del narcotráfico.
En 2012, por diferencias con las transformaciones de los ideales de la organización, Julián se desvinculó del movimiento.
Julián LeBarón sigue manteniendo una voz activa y sonora sobre la violencia y las actividades de los grupos narcotraficantes que a sangre y fuego quieren el control de la zona de frontera donde sus antepasados se asentaron hace un siglo.
América Digital