La intención de Donald Trump de designar a los cárteles del narcotráfico mexicano como “organizaciones terroristas” ha desatado un intenso debate en México sobre si las acciones de estos sanguinarios grupos constituyen terrorismo.
Sin embargo, los mexicanos concuerdan sobre todo en una cosa: no quieren la ayuda de Trump, porque consideran que sería atentar contra la soberanía de México. Además, analistas dicen que tal calificación tendría poco impacto.
Los poderosos cárteles mexicanos han sembrado ciertamente el terror en los últimos años, ya sea lanzando granadas a una multitud repleta, colgando cadáveres desmembrados de puentes, asediando una ciudad o -el incidente que llamó la atención del presidente estadounidense- masacrando a nueve mujeres y niños mormones mexicano-estadounidenses.
Pero expertos coinciden en que hay una diferencia clave entre grupos como los cárteles de Sinaloa o Jalisco Nueva Generación y los grupos designados como Organizaciones Terroristas Extranjeras por Washington.
Mientras Al Qaida, el Estado Islámico, ETA, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el resto de los 68 grupos en la lista negra tienen objetivos políticos o religiosos, la meta principal de los cárteles es ganar dinero.
“Los cárteles mexicanos no son equiparables por ejemplo a las FARC que seguramente tenían vínculos con el narcotráfico pero no eran exclusivamente organizaciones de crimen organizado”, dijo el académico y excanciller mexicano Jorge Castañeda.
“Es la primera y la única vez que se ha hecho esto, y la razón es que no son fácilmente equiparables. No existe el componente político por parte de estas organizaciones”, agregó.
El tema se remonta al 4 de noviembre, cuando presuntos integrantes del cártel La Línea acribillaron tres camionetas en el norte de México.
Dentro había 17 miembros de tres familias mormonas. Los sicarios mataron a tres mujeres y seis niños, entre ellos dos bebés gemelos de ocho meses de edad, e incendiaron uno de los vehículos con los ocupantes aún dentro.
Miembros prominentes de una de las familias, los LeBarón, enviaron una petición a la Casa Blanca pidiendo que Trump designe a los cárteles mexicanos como grupos terroristas.
“Sus actos desenfrenados de violencia y asesinatos han rebasado nuestras fronteras y creado una crisis internacional”, escribieron.
“¡Son terroristas, y es hora de reconocerlo!”, demandaron.
Eso desencadenó un airado debate en México. En redes sociales, se viralizaron los hashtags #vendepatrias y #LeBaronFueraDeMexico.
Pero otros mexicanos se sumaron a la idea de que la narcoviolencia sí es una forma de terrorismo.
“Eso es lo que intentan provocar en la población: terror. Dejar cuerpos desmembrados y poner narcomantas causan terror en la población”, dijo el gobernador de Guanajuato (centro), Diego Sinhue Rodríguez, opositor al presidente izquierdista Andrés Manuel López Obrador.
Sin embargo, hubo fuerte rechazo en México a la medida propuesta por Trump, tanto como a sus declaraciones en Twitter de que Estados Unidos estaba dispuesto a ayudar a México a “declarar la guerra a los cárteles de la droga y borrarlos de la faz de la Tierra”.
El canciller Marcelo Ebrard replicó que “México no admitirá nunca acción alguna que signifique violación a su soberanía nacional”.
Según expertos, el polémico plan de Trump sería, sobre todo, un nuevo y eficaz garrote con el cual forzar a México a actuar según sus intereses, justo cuando encara un eventual juicio político en Washington y su campaña por la reelección.
Para Castañeda, el anuncio busca “evidentemente” obligar a que la administración de López Obrador asuma una postura más agresiva ante el narcotráfico, contraria a su promesa de pacificar al país y acabar con la llamada “guerra contra el narco”.
Carlos Rodríguez Ulloa, académico del centro de investigación en seguridad Casede, ve en el anuncio de Trump una maniobra para “mantener su narrativa electoral antimexicana, alimentar su base social y distraer un poco la atención del impeachment en que está envuelto”.
En cuanto a los alcances de la eventual declaración, Castañeda no ve “en el terreno” mayores cambios sobre la situación y las acciones que Washington ya ejecuta contra los narcotraficantes mexicanos.
El gobierno y los bancos estadounidenses llevan años siguiendo de cerca las finanzas de los cárteles y sus presuntos colaboradores, poniendo en listas negras a numerosos ciudadanos mexicanos, congelándoles cuentas o cancelándoles visas.
“Hay agentes de la DEA aquí todo el tiempo, hay gente metida en la Marina mexicana constantemente acompañando a los marinos a sus operativos (…) los aviones americanos (…) llevan más de 25 años sobrevolando territorio mexicano (…) o sea, todo esto ya sucede”, dijo.
“Si Estados Unidos le dice a México, quiero mandar un dron mañana (…) pues México va a decir que sí, adelante. No hay ninguna necesidad de hacerlo como una invasión”.
Agencia AFP/América Digital
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