Motín en una cárcel en Brasil deja al menos 52 reclusos muertos

Foto: EFE

Una masacre se produjo este lunes en una prisión del norte de Brasil en donde al menos 52 reclusos murieron en enfrentamientos entre bandas que disputan las rutas de la cocaína.

El hecho se presentó en cárcel de Altamira ubicada en el estado amazónico de Pará en donde al menos 16 personas fueron decapitadas tras un motín que inició en las horas de la mañana y pudo ser controlado sobre el mediodía de este lunes.

“Fue un enfrentamiento entre bandas rivales. Dos guardiacárceles fueron tomados como rehenes, pero ya fueron liberados”, explicó un portavoz de la Superintendencia de Prisiones de Pará.

De acuerdo con las autoridades, los enfrentamientos se iniciaron cuando dos personas detenidas en un ala reservada a los miembros de una de las bandas irrumpieron en la zona del grupo rival y desencadenaron un incendio.

“Es probable que muchos detenidos hayan muerto asfixiados”, agregó el funcionario, indicando que el balance de víctimas podría agravarse una vez que los expertos enviados al lugar terminen su inspección.

Un vídeo que circula en las redes sociales muestra algunos cuerpos calcinados sobre un techo de la prisión en donde sale una espesa humareda oscura, mientras que unos reclusos armados con machetes recorren el lugar.

La cárcel de Altamira tiene una capacidad para 200 presos, pero en la actualidad albergaba más de 300 reclusos. El año pasado siete prisiones fueron asesinados en otro motín debido a una tentativa de fuga del centro carcelario.

A fines de mayo, 55 presos perdieron la vida en ajustes de cuentas durante dos días de enfrentamientos en varias cárceles del estado de Amazonas.

Asimismo, en estados del norte y del nordeste de país se han registrado más de 100 asesinatos a inicios de 2017, muchos de ellos en condiciones atroces, los cuales son atribuidos a rivalidades entre bandas por el control de las rutas del tráfico de cocaína.

Las autoridades y los expertos explican que estos motines y masacres se han desencadenado por la lucha por el control de las rutas de la cocaína procedente de Bolivia, Perú y Colombia, los cuales son los tres mayores productores de la droga.