“Salí a protestar y cinco minutos después ya me habían disparado. Un policía se sale de su formación con una escopeta. Lo miro y me dispara”, dice Diego Foppiano, uno de más de 300 heridos oculares que acusan a policías de abusos en la crisis social en Chile.
La oficina de la alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, Michelle Bachelet, consideró en un informe sobre esta crisis que el “número alarmantemente alto de personas con lesiones en ojos o la cara muestra que hay razones fundadas para creer que las armas menos letales se han utilizado de manera inadecuada e indiscriminada, en contravención de los principios internacionales”.
“Sentí mucho dolor, grité mucho y perdí la conciencia” después de ser alcanzado por un perdigón el 19 de octubre, al día siguiente que comenzaron las protestas, agrega este estudiante de ingeniería en plaza de Puente Alto, una comuna de la periferia de Santiago.
Diego perdió su ojo izquierdo y parte de su vida como estudiante y deportista.
“Me cambió 180 grados la vida; en todos los aspectos de mi vida me veo perjudicado. Todos los médicos que vi me dijeron que no podré hacer deporte de contacto, y yo amaba hacer eso (…) Traté de volver a clases pero no veía nada, así que tuve que congelar el semestre”.
La mayoría de los afectados son hombres que rondan los 30 años, según una investigación realizada por la agencia AFP.
*Lea también: ONU denuncia elevado número de violaciones a los derechos humanos en protestas en Chile
La Sochiof contabiliza hasta el 12 noviembre 262 casos atendidos en la Unidad de Trauma Ocular de Santiago y unos 86 lesionados en regiones, mientras que el autónomo Instituto Nacional de Derechos Humanos ha registrado 357 heridos.
“Estaba en un lugar donde no pasaba nada, hasta que aparece un tumulto de gente encapuchada. De atrás, aparecen Carabineros que se bajan de un autobús y empiezan a disparar hacia todos lados”, relata Nelson Iturriaga, un constructor de 43 años herido el 21 de octubre, el cuarto día tras el estallido.
Al menos 30 personas fueron alcanzadas en sus ojos por perdigones ese lunes, la jornada más dramática según registros.
En el mismo lugar Eliaser Flores, de 30 años, fue alcanzado por un perdigón. “Nos hicieron retroceder desde la (avenida) Alameda hacia atrás; me escondo en una barricada y salgo a mirar: ahí sentí el dolor físico más grande que he sentido en mi vida”, relata.
Flores tendrá que usar prótesis y su vida no volverá a ser la de antes.
En plena grabación de las protestas en la ciudad de Chiguayante, en la provincia sureña de Concepción, el camarógrafo Alejandro Torres de 44 años recibió un disparo en su ojo.
“Sentí miedo porque estaba en la línea de fuego. Iba contra unos 40 pobladores y carabineros disparando y casi de inmediato sentí el perdigón que se alojó atrás del ojo; perdí la visión, porque rompió el nervio óptico”.
“En este momento no puedo trabajar y sin visión voy a tener que trabajar en otras cosas”, dice.
Tras el informe de la ONU, el gobierno chileno lamentó las denuncias de violaciones y recordó el “contexto” de violencia en que ocurrieron y los mecanismos que han sido dispuestos para atender estos casos.