Rio de Janeiro verá este año un Cristo diferente al de brazos abiertos del Corcovado. Con rostro negro, cuerpo de mujer y sangre indígena, el redentor ideado por la escuela de samba Mangueira para el carnaval libra una batalla cultural en la arena de la brillantina en Brasil.
“¡Este no es el Jesús de la Biblia!“, exclama Eleonor Teresa Sousa, una devota evangélica de 75 años que condena el espectáculo preparado por Mangueira, actual campeona de los desfiles de carnaval más famoso del mundo.
En total 13 escuelas competirán durante dos noches llenas de color, lentejuelas, música, baile y, claro, samba que comenzaron este sábado con un homenaje a las mujeres, a los negros y a Jesucristo.
Una marea amarilla inundó los 530 metros del sambódromo de Anhembi, mientras el público enloquecía al escuchar el grito que daba inicio al carnaval.
La escuela de samba Barroca Zona Sul fue la encargada de inaugurar la noche de desfiles de “primera división” en la capital paulista, con un homenaje a la líder Tereza de Benguela, una mujer que durante la segunda mitad del siglo XVIII luchó a favor de la comunidad negra y en contra la esclavitud en Brasil.
Desde niños hasta ancianos llenaron de color la pista del sambódromo, acompañados de la reina de batería, cuyo disfraz paseó 50.000 cristales, haciendo referencia a la riqueza usurpada de Angola.
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Al mismo compás desfilaron los integrantes de la escuela Tom Maior, quienes, luciendo elaborados disfraces multicolores que evocaban la contribución de la comunidad negra en el país.
Cada ala de su desfile hizo tributo a diversos artistas y personalidades negras, entre ellos la exconcejal y activista Marielle Franco, quien fue asesinada a tiros hace casi dos años en Río de Janeiro.
Las otras escuelas de samba que desfilan la madrugada del domingo cuentan las horas para llenar de nuevos colores el sambódromo de Anhembi y demostrar, como en esta primera velada, que la capital paulista puede dejar atrás su complejo de “ciudad gris” porque también sabe brillar.