Los equipos de emergencia trabajaron a contra reloj para encontrar con vida alguna de las 159 personas dadas por desaparecidas a raíz del tsunami que golpeó el pasado sábado al estrecho de Sonda, entre las islas indonesias de Java y Sumatra.
Voluntarios y personal de la Agencia Nacional de Gestión de Desastres revisan cada edificio y escombro con la esperanza de escuchar supervivientes, aunque solo logran recuperar cadáveres del desastre que causó al menos 430 muertos.
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“Desde el lunes solo hemos hallados fallecidos. En una de las cabañas (en Tanjung Lesung) descubrimos juntos a una anciana y un bebé de unos seis meses”, comenta a EFE Fariz Munadar, un voluntario llegado desde Yakarta para colaborar en las operaciones de emergencia en el oeste de Java.
A unas decenas de metros de la brigada de rescate, Nabila, de 28 años, busca efectos personales, algún recuerdo familiar o aperos que todavía tengan utilidad en el lugar donde hasta el sábado por la noche se encontraba su hogar.
“El agua se lo ha llevado todo”, lamenta la mujer mientras mantiene a su niño en brazos, pero que no ha perdido a ningún familiar durante el desastre natural.
Según el último balance oficial, cerca de 1.500 personas resultaron heridas y los desplazados aumentaron a más de 21 mil debido a que las autoridades han ordenado la evacuación completa de pequeñas islas del estrecho.
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“Mientras huía vi como el agua arrastraba a dos vecinos. (Las autoridades) dicen que están desaparecidos, pero yo sé que están muertos”, asegura Rawi mientras encadena cigarro tras cigarro a las puertas de uno de los refugios en la localidad de Labuhan.
“La salud de algunos de los evacuados ha empeorado en los últimos días por el temporal con catarros, fiebres y en algunos casos neumonías leves, pero nada de gravedad”, apunta la doctora de la Cruz Roja que los asiste y quien admite las escasas reservas de agua potable y de algunas medicinas.
La lluvia que azota la región, unida al fuerte oleaje y la marea alta dificulta aún más las tareas de búsqueda y rescate.
Las autoridades achacan el maremoto que llegó a las playas sin que se hubieran activado las alarmas al desplome de parte de la isla que forma el volcán Anak Krakatau, situado en la mitad del estrecho de Sonda, a causa de una fuerte erupción.
Muchas de las víctimas era turistas indonesios que celebraban el periodo estival en este enclave turístico, donde a las puertas de algunos establecimientos permanecen colocados carteles que invitan a festejar en la playa el Año Nuevo.
“No creo que volvamos a abrir. Las reparaciones serán muy costosas y hará falta mucho tiempo para que la región se recupere de la mala fama por el desastre”, declara a EFE Edy Triyono, gerente del complejo hotelero Villa Sambolo.
El temor a un nuevo tsunami provocado por la continua actividad del volcán ha llevado a los oficiales a pedir a los residentes locales que eviten las costas hasta al menos el jueves.
Durante la tarde del martes, centenares de personas salieron huyendo hacia terreno elevado en el distrito javanés de Sumur al escuchar una nueva explosión del Anak Krakatau, con frecuentes erupciones desde junio, y que finalmente no tuvo consecuencias.
Con información de EFE.
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— América Digital (@AmericaDigital) 20 de diciembre de 2018