La Esfera de Caracas es una de las obras más emblemáticas de la capital en Venezuela. Los alrededores fueron habilitados desde hace pocos años para que los caraqueños disfruten de esta creación artística cinética de Jesús Soto.
La mejor actividad que pueden realizar los ciudadanos es la toma creativa de fotos junto a este mágico emblema. Algunos son conservadores pero, otros deciden ser arriesgados y montarse en las orillas para captar la mejor imagen. “¿Por qué no saltar y tratar de agarrar las varillas metálicas?” ¡Claro! Así podrás obtener el mejor post para tus redes sociales.
La música suena, los carros y motos llegan al sitio, personas beben y se ilumina “la bola roja” en la noche. Las familias se reúnen y los niños juegan dentro de la fosa profunda, mientras lanzan piedras a la escultura. Otros comen a un lado del aparcado de los mejores foodtrucks de la ciudad. Comienza la fiesta.
Sin embargo, este comportamiento está haciendo que la Esfera pueda quedar destruida. La pieza artística fue creada para no ser tocada. Pese a ello, no hay concientización al respecto y la Policía Nacional Bolivariana (PNB) no mueve un dedo.
Dentro de la escultura hay piedras esparcidas y las varillas están perdiendo su color. La señalización queda con pocas letras y los alrededores están descuidados. También, el espacio cuenta con montículos de piedras, cual de una construcción se tratase. Allá se ve una botella flotando un botella de plástico en el agua putrefácta de la fosa.
El lugar donde se encuentra plasmada, es uno de los problemas de riesgo que tiene “la bola roja”. Al estar posada a un lado de la Autopista Francisco fajardo, existe la posibilidad de que aparezca su inminente destrucción. Para colocar una obra de esta magnitud en un lugar como el Distribuidor Santa Cecilia, es obligatorio su mantenimiento constante.
Muchos consideran que el propósito del lugar se desvirtuó. Si bien es cierto que cualquier persona puede permanecer ahí para pasar un rato ameno, algunos opinan que esos espacios se convirtieron para hacer “rumbas”.
Aeneis Pérez, residente de Caracas, en su pequeña visita en la Esfera afirmó que no está de acuerdo con estas actitudes y que las ha visto en reiteradas oportunidades. “En las noches toman aquí y ese comportamiento no me parece adecuado”, expresó.
No obstante, Pérez no es la única preocupada al respecto. Desiree Farías, residente de la ciudad de Maracaibo, pasó por la Esfera durante un viaje a Caracas. Junto con su familia, decidió tomarse una foto para tener un recuerdo valioso.
Sin embargo, expresa su preocupación en cuanto a la conservación de “la bola roja”. En entrevista a América Digital afirmó que la obra “está descuidada en comparación a como era antes” y que en la noche “las luces ayudan a disimular” el daño.
A pesar de ello, esta no es la primera vez que la Esfera se encuentra en problemas. La obra fue construida para el año de 1997 pero, en el 2005, ésta yacía en la decadencia. Un año después, Pdvsa La Estancia, en conjunto con la Fundación Soto, decidieron levantarla de las cenizas. Luego de unos cuántos años, esta organización se ha olvidado esta creación artística. No emite declaraciones al respecto.
Los expertos sienten preocupación ante este hecho. La arquitecta venezolana y presidenta de la organización DOCOMOMO, Hannia Gómez, expresa su inquietud sobre este problema. Si bien es cierto que cada elemento de una obra tiene una “vida útil”, es necesaria la conservación (más que un mantenimiento), aseguró en exclusiva para América Digital.
Las características de estos materiales están orientadas a no ser tocadas, por lo que esta obra no es de contacto como las otras que realizó Soto en su momento, explicó la experta en arquitectura. Asimismo, recalca que el lugar donde está la pieza (autopista) no es el adecuado para su apreciación.
La utilidad de esta obra se ha tergiversado, aseguró. En principio esta no era su función pero, ahora es un parador común y no hay apreciación real sobre la Esfera. “Esta es una obra de contemplación visual, no debería tener acceso”, explicó.
Para su conservación, en primera instancia, es mejor clausurar el paso a la ciudadanía para su recuperación, afirmó Gómez.
Asimismo, explicó que si los entes quieren que permanezca en este lugar, es necesario crear una mayor protección como cascadas de agua o colocar vallas que impidan el acceso.
En su mejor estilo cinético, el artista Jesús Soto plasmó este pensamiento bajo una petición de la Gobernación del Distrito Federal en la década de los 80.
La composición de esta pieza es uno de los ingenios más significativos del autor. Para representarla, utilizó varillas metálicas que penden en el aire como si ésta estuviese flotando.
Sin embargo, pese a ser una obra única, el artista luchó para que los demás pudiesen apreciar su creación. Sofía Ímber (fundadora del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas) y Alicia Pietri de Caldera (esposa del expresidente Rafael Caldera) impulsaron su rescate y le dieron vida a lo que hoy conocemos como “la bola roja”.
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Para el año 2018 esta obra fue un “boom” cotidiano para los caraqueños. Tan solo en Instagram se registraron más de 10.000 fotografías con la escultura. A pesar de esto, las labores para su conservación han sido precarias desde su recuperación en el año 2006 y la escultura puede estar en riesgo de su deterioro definitivo por la poca conciencia ciudadana para mantener los espacios bien cuidados.
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