Lejos del poder y en el exilio, el derrocado presidente Evo Morales intentará el domingo unir a su desarticulado partido hacia las nuevas elecciones en Bolivia mediante una reunión política en Buenos Aires, a más de 2.700 kilómetros de la capital política boliviana.
Cerca de un millar de dirigentes regionales y nacionales han sido convocados al encuentro, que inicialmente debió realizarse en el norte argentino, cerca de la frontera con Bolivia, y cuyo propósito será preparar una asamblea en Bolivia para elegir al candidato presidencial del Movimiento al Socialismo (MAS), dijo Morales, elegido jefe de campaña.
Después de 13 años y nueve meses en el poder, en los que ejerció plena hegemonía política, el exgobernante parece estar perdiendo influencia en su propio partido. Aun así, es factor de unidad, según los dirigentes de la organización.
Uno de los sectores ausentes de la reunión será el “ala renovadora” de su bandada, que sigue controlando el poder legislativo. “Mucho tiempo hemos aguantado una discriminación al interior del partido y es ahora que tenemos que reivindicarnos, y nuestro presidente (Morales) debe reflexionar”, dijo la diputada Concepción Ortiz.
Tampoco irán al encuentro el sindicato campesino de La Paz, que ya eligió a su propio candidato por el MAS: el excanciller David Choquehuanca, de origen aymara, como el propio Morales. En una declaración ha dicho que no permitirá la “intromisión ni imposición de ninguna rosca ni élite en la designación de candidatos”. Tampoco acudirán organizaciones vecinales afines al MAS de la ciudad de El Alto, uno de los bastiones leales a Morales en esta ciudad.
Estos sectores críticos culpan de la caída de Morales a una “rosca” que rodeó al mandatario en los últimos años, dijo el presidente de los diputados, Sergio Choque. Identifican al exvicepresidente Álvaro García, actualmente refugiado en Argentina junto a Morales y al exministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana, operadores políticos del depuesto régimen, como representantes de ese entorno.
Quintana es uno de los nueve refugiados en la embajada de México en La Paz a quien el gobierno transitorio de la presidencia Jeanine Añez acusa de “sedición y terrorismo” y ha negado otorgarle salvoconducto por haber participado en las protestas que derivaron en la muerte de 35 personas.
Morales renunció el 10 de noviembre en medio de protestas que lo acusaron de montar un fraude electoral para reelegirse y gobernar para un cuarto mandato, luego de perder el apoyo de la policía y las fuerzas armadas. Aseguró que fue víctima de un golpe de Estado y se refugió inicialmente en México. Después se mudó a Argentina, donde hace declaraciones públicas. Incluso participó recientemente en una marcha junto a las Madres de Plaza de Mayo, en la capital argentina.
Además de sus críticas desde el exilio al que llama el gobierno “golpista” de Añez, se ha tensado la relación entre los gobiernos de Bolivia y México. La nueva administración boliviana y varios sectores políticos rechazan la teoría del golpe y alegan que se trató de una “rebelión popular” contra el autoritarismo y el fraude electoral que destapó la Organización de Estados Americanos (OEA).
Morales se ha mostrado partidario de impulsar la postulación del dirigente cocalero Andrónico Rodríguez, que viene del sector que él lidera, pero hay organizaciones que no están de acuerdo.
No obstante, Morales y el MAS siguen siendo un referente importante en la política y conservan un apoyo importante en sectores rurales y en barrios populares urbanos de cara a las nuevas elecciones que se celebrarán en abril de 2020.