Que una ministra de Servicios Penitenciarios de un país solicite armas al ministro de Defensa para “armar su propio ejército de presos”, es poco menos alarmante e increíble.
De acuerdo a las recientes revelaciones del exjefe de inteligencia de Nicolás Maduro, Manuel Cristopher Figuera, al diario The Washington Post, la jefa de la cartera que maneja las cárceles venezolanas, Iris Varela, pidió 30 mil fusiles para dotar a un grupo de reclusos del que sería su “comandante”.
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En entrevista a César Miguel Rondón, En Conexión, Javier Gorriño, criminólogo venezolano, califica esta denuncia del exdirector del Servicio Bolivariano de Inteligencia- Sebin– como “muy grave y descabellado”, porque se trataría de un “ejército de criminales que no obedece”.
“Cuando se habla del trabajo del preso en la calle, se piensa en las medidas de seguridad, porque siempre piensan en escaparse. Ponerle grilletes o cadenas, va en contra de los asuntos de derechos humanos, y por eso esa idea se ha olvidado de que salgan a trabajar a hacer carreteras, etc., y que ese trabajo sea interno en los penales”.
El también jefe de Seguridad del municipio mirandino de El Hatillo advierte que los reos venezolanos ya manejan armas dentro de los centros de reclusión bajo el amparo de las autoridades, tal como se ha evidenciado a través de videos e imágenes que ellos mismos publican.
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“Se ven a los penados portando armas protegiendo al “pran”, o líder negativo del centro y tener el mando de ciertos sectores de los penales. y esas armas han pasado y no precisamente en un plato de comida sino de otar forma.
Gorriño alerta que el sistema penal venezolano se ha distorsionado bajo el mandato de Varela que cumple casi ocho años en el cargo.
Sugiere que el ejército regular de la fuerza armada debe combatir a este grupo con una mayor potencialidad de armas, lo que implicaría más violencia para el país.