La debacle económica, política y social en Venezuela ha impactado en la salud mental de los venezolanos, “vivir en esa nación se ha convertido en una desventura, en un martirio”, de acuerdo al análisis del médico psiquiatra, Rómulo Aponte.
La violación de los derechos humanos, la opresión y la inexistente calidad de vida llevaron a los ciudadanos a un estado “dormido, subyugado y sumiso”, pero de esa condición puede, en cualquier momento, surgir la alternativa de la rebeldía.
“Esta desventura de la pésima calidad de vida del venezolano ha sido determinada, en su mayoría, por el tema político, por las ideologías, por la administración del país: totalitaria, extremista, negadora de los derechos, que somete y niega la liberad de los venezolanos”.
En entrevista con César Miguel Rondón, el especialista resalta la importancia de “sacar la influencia nefasta de la opresión”, con un cambio de gobierno urgente, que se traduce en “la salida de ese personaje maléfico”, lo que desencadenaría “un aire fresco para los venezolanos”.
A pesar de las condiciones en las que se encuentra la nación, y el incesante conflicto, a los venezolanos se les señala de “estar dormidos” frente a la violación de sus libertades.
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“Uno de los determinantes de la conducta humana es la búsqueda del placer y la alegría; otro es la adquisición de bienes que nos permitan calidad de vida satisfactoria; en la medida en que estas dos condiciones fundamentales son negadas, llega un momento de saciación de la opresión, del limite para tolerar injusticias y aparece la rebeldía.
Empero, Aponte asegura que ese “punto final” de la sumisión, debe ser conducida por dirigentes que manejan el ámbito social y público, y que “faltan en el país”, con capacidad para despertar las reacciones internas en los venezolanos para defender sus derechos.
La satisfacción de las necesidades básicas de una persona como la alimentación, vivienda, seguridad, recreación, están seriamente afectados en Venezuela.
Insiste en que un cambio político traerá una favorable condición psicosocial tanto para el país, como para el venezolanos, “de querer trabajar, sonreír, de recuperar la capacidad para sentir sentimientos positivos, que han sido difíciles y negados en estos últimos años”.