El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, inicia este 1 de enero el segundo año de su mandato con el desafío de construir un nuevo partido que le garantice la gobernabilidad y le sirva de trampolín para una empresa mayor: la reelección en 2022.
A lo largo de sus casi treinta años de vida política, Bolsonaro ha pasado por una decena de formaciones de centro y derecha y ahora se propone fundar su propio partido, sobre el cual ha afirmado que será el primero “realmente conservador” que tenga Brasil.
Su poca fidelidad política tuvo un nuevo capítulo este año, ya en el Gobierno, cuando abandonó el Partido Social Liberal (PSL), al que se había afiliado a principios de 2018 y que le sirvió de plataforma para ganar las elecciones.
La ruptura se dio en medio de sospechas de “Caja B” en la campaña del PSL, que llevaron a la destitución del ministro de la Secretaría General de Gobierno, Gustavo Bebianno, y que afectan al titular de Turismo, Marcelo Álvaro Antonio, que aún así permanece en el cargo.
Junto con el mandatario, dejaron el PSL sus tres hijos volcados a la política: el senador Flavio, investigado por corrupción, el diputado Eduardo y el concejal de Río de Janeiro Carlos.
Los cuatro conforman el llamado “Clan Bolsonaro”, que a través de las redes sociales ha alimentado innumerables polémicas durante este año en medio de su “cruzada ideológica” contra todo lo que huela a izquierda o progresismo.
El más activo ha sido el diputado Eduardo Bolsonaro, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara Baja y quien llegó a ser propuesto por su padre como embajador en Estados Unidos por su cercanía con la familia del mandatario Donald Trump.
Esa sugerencia generó críticas y acusaciones de nepotismo y cayó finalmente en saco roto, aunque el presidente afirmó que la renuncia de Eduardo al posible cargo de embajador obedeció a la necesidad de contar con él para organizar el nuevo partido: Alianza por Brasil.
Eduardo, tercer hijo de Bolsonaro y conocido por eso como “03”, es también muy próximo a Steve Bannon, exasesor de Donald Trump, y quien lo ha nombrado “líder” para América Latina de “El Movimiento”, una suerte de internacional de la ultraderecha que promueve desde Bruselas.
UN NUEVO PROYECTO DE PODER
La Alianza por Brasil sólo será formalizada como partido político una vez que presente a la Justicia electoral, y ésta las verifique, un total de 492.000 firmas de adherentes, de las cuales la formación ha informado que ya ha conseguido poco más de una quinta parte.
El partido tendrá como principios “el respeto a Dios y a la religión” y “a la memoria y la cultura del pueblo brasileño”, así como la “defensa de la vida” y de las “garantías de orden y seguridad”, según ha adelantado el propio Bolsonaro.
“Con base en la verdad, en la transparencia, la ética y bajo el liderazgo de Jair Bolsonaro, vamos a construir juntos, con coraje, patriotismo y conservadurismo, un movimiento que marcará para siempre la política nacional y será una trinchera en la defensa de los valores judeocristianos”, dice un documento de la Alianza.
En ese mismo texto, el partido se compromete con la defensa de “la soberanía nacional y la democracia” y señala al “emprendedurismo como propulsor de la economía”, lo cual ratifica el carácter liberal que prima en la línea económica del actual Gobierno.
DIOS POR ENCIMA DE TODO
Las iglesias evangelistas, que según datos oficiales crecieron un 61 % en Brasil entre 2001 y 2010 hasta sumar cerca de 50 millones de fieles (22 % de la población), son el pilar religioso del proyecto de Bolsonaro, quien se dice católico pero fue bautizado en los ritos de esa creencia en 2016 en el bíblico río Jordán, en Israel.
Los evangelistas comparten la agenda de “valores y costumbres” de Bolsonaro, sustentada en la “familia tradicional” y la “moral del cristianismo”.
El pasado noviembre, Bolsonaro organizó una ceremonia evangelista en el Palacio presidencial de Planalto, donde se dieron cita decenas de pastores que prometieron poner su influencia entre los fieles al servicio de la construcción de la Alianza por Brasil.
La vertiente religiosa del proyecto de Bolsonaro cuenta con apoyo internacional, encarnado por el pastor Ralph Drollinger, fundador de Capitol Ministries, organización bautista nacida en Estados Unidos y respaldada por el vicepresidente de ese país, Mike Pence.
Capitol Ministries sostiene que las políticas públicas “deben satisfacer a Dios” y “ser fieles a la Biblia”, ya tiene sedes en México, Honduras, Paraguay, Costa Rica y Uruguay, y este año abrió una nueva en Brasilia.
Aunque no estuvo personalmente con Bolsonaro, Drollinger visitó este año la capital, estuvo con algunos ministros y legisladores del oficialismo y declaró su pleno apoyo al lema del mandatario: “Brasil encima de todo, Dios encima de todos”.
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