El peronista Alberto Fernández asumió este martes como presidente de Argentina en una ceremonia en el Congreso de la Nación ante las autoridades del Estado y con la presencia de varios mandatarios internacionales.
En la sesión de la Asamblea Legislativa, órgano parlamentario que engloba a los senadores y los diputados, Fernández recibió de su antecesor, Mauricio Macri, la banda y el bastón presidencial y juró el cargo ante la titular saliente del Senado, Gabriela Michetti, antes de que la exmandataria Cristina Fernández hiciera lo mismo como nueva vicepresidenta del país.
“Recibimos un país frágil y golpeado. Apelamos al compromiso de todos los sectores. Tenemos que superar el muro del rencor y del odio, tenemos que superar el muro del hambre” dijo Fernández tras jurar como presidente para un periodo de cuatro años.
En medio de cánticos de la marcha peronista y entre “presidente, Alberto presidente”, el nuevo mandatario y la nueva vicepresidenta juraron desempeñar sus cargos con “lealtad y patriotismo” y “observar y hacer observar” el cumplimento de la Constitución.
Fernández, que sucede en el cargo a Mauricio Macri, deberá enfrentar un complicado escenario económico marcado por la elevada deuda pública, una frágil moneda nacional, la subida constante de los precios y el aumento del desempleo y los niveles de pobreza.
El presidente llegó al Parlamento poco después de las 11.45 hora local (14.45 GMT), adonde llegó conduciendo su propio automóvil desde su apartamento del barrio porteño de Puerto Madero.
Ya dentro y tras la firma de libros de honor accedió junto a Cristina al recinto de la Cámara de Diputados, donde ambos juraron ante Michetti.
El jefe de Estado pronunció su mensaje ante los legisladores y las principales autoridades del Estado, así como representantes diplomáticos e invitados internacionales y personales de la nueva pareja presidencial. Tras ese discurso los Fernández se retiraron del Congreso y viajaron en auto por la avenida de Mayo con destino a la Casa Rosada.
El traspaso presidencial se produjo sin contratiempos, a diferencia de lo que ocurrió en 2015, cuando de cara a la investidura de Macri, Cristina Fernández, entonces presidenta y en medio de fuertes diferencias con su sucesor, optó por no acudir a la ceremonia, por lo que fue el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo, el encargado de tomarle juramento al mandatario electo.
Fiesta en la plaza
Varios mandatarios de la región faltaron al acto, excepto por el presidente cubano Miguel Díaz Canel, así como los mandatarios de Paraguay, Mario Abdo Benítez; y de Uruguay el entrante Luis Lacalle y el saliente Tabaré Vázquez.
El presidente de Chile, Sebastián Piñera, informó por Twitter que se quedará en su país monitoreando las tareas de búsqueda de un avión militar chileno que desapareció el lunes cuando se dirigía a la Antártida con 38 pasajeros a bordo.
Brasil, principal socio comercial de Argentina, está representado por el vicepresidente Hamilton Mourao, un alivio después de crispaciones con el mandatario Jair Bolsonaro.
Contrariamente a los rumores, no estuvo en el acto el expresidente boliviano Evo Morales, a quien Alberto Fernández ofreció asilo tras lo que él mismo calificó como un golpe de Estado en Bolivia.
Los actos están acompañados de una fiesta musical de cumbia y rock en la plaza de Mayo, sobre la que se erige la Casa Rosada y de la cual, a pedido de Fernández, fueron retiradas 24 horas antes las vallas que limitaban el paso hacia la sede presidencial.
La emblemática plaza amaneció embanderada y con pancartas de apoyo al nuevo gobierno de distintas agrupaciones políticas y sindicatos.
“En estos años (de Macri) hubo un retroceso lamentable, triste. Ahora volvemos a tener libertad”, señaló Alberto Muñoz, un peón rural, de 39 años.
Fernández convocó a los argentinos a la “unidad” para un “nuevo contrato social solidario”. Pero no será fácil superar la llamada ‘grieta’ que divide a los argentinos.
“Es un día muy triste, retrocedemos a un punto lamentable. Macri habrá hecho algunos errores pero que vuelvan estos monstruos que robaron al país…”, dijo la abogada penalista Valeria García Morales, de 49 años, que evitó acercarse al centro este martes.
Contención social
Argentina, que en 2001 vivió su peor crisis con el mayor default de la historia, cinco presidentes en una semana y saqueos y disturbios que dejaron una treintena de muertos, se esfuerza por evitar otro estallido, en especial cuando países cercanos como Chile, Bolivia, Ecuador o Colombia atraviesan por duras protestas ciudadanas.
Macri deja una Argentina con una inflación de 42,2 % hasta octubre, aumento de la pobreza (35,4%) y caída del Producto Interno Bruto (-3,1% para 2019).
“Detrás de estos terroríficos números hay seres humanos con expectativas diezmadas”, señaló Fernández.
El nuevo presidente se propone para los primeros días de su gobierno mejorar los ingresos de los más vulnerables, a través de más fondos en ayuda social pero también aumentos salariales y de pensiones para las franjas más bajas.
El analista Rosendo Fraga advierte sobre las elevadas expectativas de muchos argentinos- “El riesgo es la ansiedad de la gente de que se produzca un cambio rápido en materia social. Fernández deberá administrar las expectativas y para ello su instrumento más importante es el peronismo, los sindicatos y los movimientos sociales moderados”, comentó.
Un paso clave será el reperfilamiento de la deuda que asciende a un total de 315.000 millones de dólares, de los cuales 44.000 millones corresponden al crédito del FMI, con el que Fernández dijo que ya abrió “un proceso de negociación”.
América Digital / EFE / AFP