El perro de Ash Graham, Kozi, despierta a su dueño a las ocho de la mañana, ansioso por salir a caminar. Sin embargo, Graham se da cuenta de que estuvo soñando y se levanta de la pequeña carpa en la que duerme desde que un incendio forestal causó estragos en su pueblo en Australia en la víspera del año nuevo.
Graham es un bombero voluntario y cada mañana reanuda la incansable búsqueda de Kozi, desde que perdió a su fiel compañero en medio de los graves incendios que devastaron a una región australiana.
Su esposa Melanie, quien era austríaca, falleció de cáncer hace un año más o menos y su casa se quemó por las fuertes llamas el pasado 31 de diciembre.
A pesar de esta difícil situación, este bombero conserva su camioneta y unas pocas pertenencias en el patio de la estación de bomberos, el último lugar donde vio a Kozi. Lo había dejado allí mientras recorría la zona exhortando a la gente a que se fuese pero su mascota se soltó asustado por las llamas que se acercaban a la estación.
“Es mi compañero. Siempre me ha apoyado. No puedo quedarme quieto hasta que lo encuentre”, indicó Graham, con dolor en el rostro.
El pequeño pueblo donde vive Graham, Nerrigundah, en el sudeste de Australia, es uno de los sitios más golpeados por los devastadores incendios de las últimas semanas que han consumido millones de hectáreas de bosques y ha obligado a las personas a dejar sus viviendas a merced de las llamas.
Igual que tantas comunidades pequeñas que fueron afectadas por los incendios, Nerrigundah nunca volverá a ser el mismo.
Esta localidad tenía una pujante comunidad minera de mil personas por la presencia de oro, pero el pueblo, ubicado en el estado de Nueva Gales del Sur, cuenta en la actualidad con unas pocas docenas de habitantes que disfrutan de la paz de esta región que está alejada de las grandes ciudades y donde los perros pueden estar sueltos.
Pero ahora, un edificio que era un punto de referencia fue consumido por las llamas. La misma suerte corrieron la vieja escuela y un edificio donde funcionaba la iglesia del pueblo.
Las llamas tomaron a Nerrigundah por sorpresa, pues se esperaba que llegasen uno o dos días después. Y nadie podía creer su ferocidad, pero la estación de bomberos se convirtió en uno de los puntos de encuentro para salvar sus vidas.
Los habitantes del pueblo dicen que el sistema de rociadores de agua instalado en la parte de afuera de la estación hace algunos años salvó sus vidas. No es común contar con ellos en las estaciones de bomberos de las localidades rurales, pero la gente del pueblo recaudó dinero por su cuenta.
Graham dijo que piensa cortar algunos árboles en su propiedad para hacerla más segura y poder instalar allí su remolque. Querría irse de la estación de bomberos, pero todavía no encuentra las fuerzas para hacerlo porque asegura que Nerringundah es su casa.
Poco después, sin embargo, lo piensa mejor. Graham trabajó en una cantidad de cosas y luego se pasó seis años cuidando a su esposa, antes de que muriera.
Sin embargo, esta contemplando pasar algún tiempo en Austria, donde está enterrada Melanie, o irse a las Montañas Nevadas de Australia, donde el aire es más frío.
Por el momento, varias personas tratan de recaudar fondos para ayudar a Graham, quien no deja de pensar en su mascota y en la forma de superar este difícil momento que esta atravesando.